María siempre fue una mujer impresionante en su trabajo. Su trabajo consistía en arreglar todo lo concerniente a la casa. Ya sea limpieza, comidas o...¡¡.niños!! Nosotros éramos tres y como tres terremotos. Tenía que tener mucha paciencia la pobre de María. Le escondíamos cosas y las buscaba sin descanso. A veces mi madre se enfadaba con ella ya que no tenía su tarea lista cuándo ella lo pedía y nosotros nos reíamos muchísimo, sin saber que a ella eso no le hacía ninguna gracia, y a mi madre menos. Pero con 5 años poco sabes de esas cosas. Hoy pienso en María y me da pena pensar en las muchas trastadas que le hacíamos y lo mucho que aguantaba ella.
Era de una belleza deslumbrante. Siempre con su pelo largo recogido y guardado en su cofia. Esas manos, de dedos largos y esbeltos. Esos ojos enormes siempre alerta...y ahora entiendo él porque...
Cuando estaba en plena adolescencia, pille in fraganti a mi padre persiguiendo a María como si fuera un gato enjaulado. La pobre mujer escapaba por el salón y su cara era de autentico asco. Yo estaba en la puerta mirando atónito lo que allí acontecía y como mi padre parecía disfrutar de lo lindo, dije en voz alta "papá ¿puedo jugar yo también?" y...ahí se acabó el juego!!! Mi padre me mandó a la habitación y María se fue derecha a la cocina. Cuando llegó mi madre con mis hermanos, estaba la mesa puesta y la cena preparada. Papa leía en el salón. Todo era paz y gloria.
Al poco tiempo, le pregunté a María que desde cuándo mi padre jugaba así con ella. A lo que ella respondió que desde el momento en que entró a trabajar.
Pasaron los años y yo creo que mi padre estaba cauto en cuanto a ese tema se refiere. A veces me miraba de soslayo y yo aprovechaba la ocasión para chantajearle con cualquier cosa que necesitara en ese momento. La vida en casa se convirtió en algo divertido, ya que yo salía ganando en todo y parecía que María también.
Lo que aconteció después...fue una vorágine de sentimientos y sensaciones. María
y yo comenzamos a jugar al ratón y al gato. Y mi padre, era el que a veces se
ponía a escuchar detrás de la puerta. Pero lo nuestro, era consentido por
las dos partes. Mi padre rabiaba de envidia y a mi hasta me daba pena de lo estúpido
que podía llegar a ser. María era una mujer libre y escogía libremente. Fue mi
primera" novia" y tengo un gran recuerdo de ella. Mi padre decía que
la asistenta estaba para hacerlo todo en casa. Y yo creo que no...Que ella
podía decir¡¡ hasta aquí!! Y así lo hizo. De mi se cansó pasados unos años, y
del trabajo también. Dejó la casa y con ella se llevó mucha alegría.Fue insustituible, tanto para mi madre como para mí. Pero conmigo encontró la libertad de poder escoger. O sí...o no...o el gato grande y dueño de la ratonera. Y me escogió a mí. La liberé de mi padre..o...¿acaso no? ¿No hice bien?