Relatos de ficción.
"Sus
nombres quizás sean lo de menos en esta historia...lo importante son sus vidas
y su amor. Traspasó muchas barreras que otros jamás hubieran superado. Hasta
que...el verdadero amor...salió a relucir y demostró a pesar del dolor y la
impotencia, que amar, no es amarrar, es dar libertad.
Llevaban
muchos años juntos, desde que eran adolescentes, trece años tenían cuándo
comenzaron a estar el uno con el otro, unidos a todas horas y en todas las
situaciones. Eran una pareja muy risueña y con muchas ganas de pasárselo bien.
La vida fue pasando uno al lado del otro...el colegio...la carrera...el
trabajo...y por fin, decidieron que toda esa etapa de juventud se estaba
evaporando y era el momento de formalizar su unión. Los planes de boda pronto
comenzaron a acaparar sus vidas. La iglesia, el restaurante, el vestido, las
tarjetas...era muchísimas cosas para los dos trabajando como trabajaban todo el
día. El se sentía agotado y exhausto. Lo achacaban a los preparativos de la
boda, pero decidió ir al médico para que le diera unas vitaminas. Mientras todo
seguía adelante, y decidieron ir de viaje a Bora Bora, en la Polinesia
Francesa. Era una buena opción ya que era una forma de que él se relajara de
tanto ajetreo. Pero todo cambio en un instante. Una llamada de teléfono de su
amigo médico lo cambio todo. La vida les jugaba una mala pasada .Tenía una
enfermedad degenerativa muy grave, que avanzaría a paso rápido. El futuro no
era precisamente lo que imaginaban y él tomó la decisión más dura de toda su
vida. Anuló la boda y le prohibió la entrada en su casa a la que iba a ser su
esposa. Su decisión era firme y quería que los que estaban a su lado lo
apoyaran ya que para él no era nada fácil. La amaba como el primer día, pero
era consciente de que esa vida...no era la que había deseado para ella.
Pronto
comenzó a tener que desplazarse en silla de ruedas y enlazaba depresión con
ansiedad. Su vida se había convertido en algo desconocido para él. Echaba
de menos a su novia, la quería, pero quería que ella fuera libre, que no
cuidara de él el resto de su vida. Añoraba los ratos pasados juntos y a cada
día revivía una y otra vez su vida pasada. Ella se presentaba todas las tardes
en casa de sus padres. Hablaba con ellos un rato y ellos muy delicadamente le
decían que él no quería verla. El la escuchaba...la oía...parecía que la
tocaba. Pero él ya no era él. El ahora estaba unido a su silla, y dentro de
poco a una cama. Le habían dicho como iría sucediendo todo y no lo quería para
ella. Ella tenía que ser libre y vivir feliz. El se iría habiendo conocido el
amor. El amor verdadero, que no todo el mundo podía decirlo. El podía haber
sido egoísta y mantenerla a su lado, pero sacrificaba sus anhelos y sus ansias
de amor para que ella fuera feliz.
Un día,
ella timbró como todas las tardes. El la escuchaba mientras les contaba a sus
padres cosas cotidianas, oía su voz y hasta le parecía ver sus tics con el
pelo, su sonrisa. Solo escucharla le calmaba, le tranquilizaba. Sería su amor
eternamente, la mujer de su vida. Sus lágrimas se mezclaban con su ansiedad y
su miedo. Y mientras la escuchaba, oyó unos pasos apresurados y la puerta se
abrió. Ella estaba en la puerta, mirándolo. Su mirada era todo amor y
comprensión. Había tenido la paciencia de esperar este día, sabía que lo
quería, y que le daba igual lo que la vida les deparara siempre y cuando
permanecieran juntos. El le había dado la libertada de escoger, y ella había
escogido. La vida sin él no tenía sentido. Quería permanecer a su lado,
ayudarlo, mimarlo y quererlo todo el tiempo que la vida les dejara.
La vida
de él se prolongó más de lo que los médicos esperaban y su calidad de vida no
fue tan mala hasta los últimos meses. Ella y él formaron un atajo en sus vidas,
un atajo para recorrer ese largo y duro camino que les esperaba. Los dos
unidos, arañando unos días más...unos meses más...los dos juntos en esta gran
encrucijada que la vida les había puesto en su camino. Habían sido felices y
habían intentado reír como hacían de jóvenes. Ella lo cuidó con amor y esmero,
y él a cambio la quiso como nadie la querría jamás, aunque la vida se les
hiciera complicada, habían doblado la esquina...y encontrado la paz.
Hoy, ella lo añora y lo sigue llorando. Fue el hombre de su vida, lo amó de una
forma que no sabía que se podía amar. Habían escogido libremente permanecer
juntos y habían sido unos años muy felices, con muchos problemas, pero
felices.
El...se
había llevado su corazón. Nunca lo olvidaría."
Amar no es mirarse el uno al
otro; es mirar juntos en la misma dirección.
Antoine de
Saint-Exupéry (1900-1944) Escritor francés.
Realmente interesante ...
ResponderEliminarEl siglo XXI pasará a la historia como el que destruyó, finalmente, cualquier noción referida al amor, dejando tan sólo relaciones pasajeras, familias ensambladas y odios eternos, a su paso.
ResponderEliminarSaludos,
J.