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martes, 28 de agosto de 2018

INTERNET

Puedo decir a ciencia cierta, que era una persona feliz. No buscaba nada ni a nadie. Soy un hombre viudo, sin hijos, sin familia, pero era feliz. Tengo muchas amistades relacionadas casi todas con mi trabajo. Como todos los días fuera, viajo mucho, siempre con compañeros, tenemos cenas a menudo. Era feliz en los últimos años de mi vida, ya superada la muerte de mi mujer, y en paz con el mundo...me dedico a vivir estos años que me quedan.

Cierto día, me sonó la campana en una de mis redes sociales, de aceptación de amistad. La iba a rechazar pero al final me dije a mi mismo que sería otra persona más en una red que casi no utilizo. ¡Pero estaba muy equivocado! Resultó ser una mujer de mediana edad, bellísima, culta y con ganas de hacer amigos, ya que llevaba poco tiempo en la ciudad y buscaba gente con la que compartir un café...un cine o una lectura de un libro en un parque. Durante semanas hablábamos todas las noches, de arte, de música clásica, de política. Era una mujer impresionante. Cualquier tema que tocaba...ella estaba al día en todo. Era como si de pronto, mi media naranja apareciera en una pantalla. Mis amigos me tomaban el pelo y se reían de mí, avisándome de que internet es un mundo distinto al que nosotros estamos acostumbrados. Ese fue el momento en el cual me dije que la tenía que conocer, no vaya a ser que en vez de Marta...en realidad sea Pedro.

Y así concertamos una cita en mi casa. ¿Soy bobo? .Ahora lo sé. Esa tarde vino y era una mujer espectacular, mucho más hermosa que en las fotos. Pasamos la tarde en mi casa y yo le mostré orgulloso todas mis obras de arte. No había nada que temer. Era una mujer fabulosa. Tenía interés por todo lo que yo hablaba y le mostraba. Vimos mis cuadros detalladamente, mis esculturas. No, no soy millonario, pero se puede decir que casi. Mis obras de arte son heredadas pero otras las fuimos comprando mi mujer y yo.

Esa semana Marta pasaba asiduamente por mi casa. Generalmente traía la prensa y yo la ojeaba mientras ellas se sentaba a mi lado e íbamos comentando noticias. A finales de semana yo le había dicho que yo tenía una cacería, con unos amigos. Nos iríamos el fin de semana como hacíamos muchas veces. Pero prometí que en cuanto llegara la llamaría. Estaba  muy ilusionado con esa nueva amistad que pensaba que podría ser otra cosa, podríamos terminar en una relación seria. Yo tenía mi vida realizada y podría darle a ella estabilidad, tanto económica como sentimental. Ella parecía que a mi lado se encontraba a gusto también. Veríamos como se iba desarrollando todo.

A la vuelta de la cacería, nada más meter la llave en la puerta de casa, vi que me habían desvalijado. Habían entrado a robar y se habían llevado mis mayores tesoros. Mi herencia. Mis cuadros, mis obras. Llamé inmediatamente a la policía y cuándo llegaron comprobamos que me faltaba desde el dinero hasta las joyas de mi mujer, a parte de los cuadros y otras muchas cosas. Mi dolor era inmenso. Estaba abatido y triste. Los abrigos de piel de mi mujer...sus joyas...sus cosas...todo había sido tocado y revuelto y por supuesto se lo habían llevado. Puse la denuncia en la comisaría e inmediatamente llamé a a Marta. El teléfono estaba apagado. Nunca más lo volvió a encender. Había sido engañado como un tonto, y mi estupidez había servido para que esa "señora" se hiciera con toda mi casa y mis pertenencias.

En uno de mis múltiples viajes al extranjero con mis amigos, un día vi a una mujer espectacular. Iba andando por la acera de enfrente, alta y erguida. Me fijé en ella porque se me hizo conocida. Cambié de acera y me puse detrás de ella. El abrigo de piel era idéntico al de mi mujer. Lo reconocería en cualquier parte ya que lo hicieron para ella a su antojo. La llamé por su nombre. Marta. Pero no se giró. Pasé a su lado y de reojo la miré. Era ella. El mundo es un pañuelo. Allí estaba paseando con el abrigo de mi mujer y las joyas de otra. Era una vulgar ladrona. Entró en un café y se sentó. Yo mientras estaba afuera llamando a la policía, y observaba como abría su tableta y comenzaba a hablar con alguien. La historia se repetía.

La desconfianza y la precaución son los padres de la seguridad. -Benjamín Franklin.

7 comentarios:

  1. Y todo por haber dudado sobre su solitaria felicidad...

    Saludos,

    J.

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  2. Triste, pero es básico nunca dar datos personales.

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  3. Que terrible.es mejor ser desconfiado.hoy en dia eso es muy usual..

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  4. Me dio un poco de risa. Perdón.

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  5. De perdón nada!!!me encanta sorprenderos,haceros reir y dejaros con la boca abierta!!!!Hace poco, alguién me dejó un comentario en un Relato, Secretos, era dicho relato, que de verdad, si que me reí yo muchisimo con esas dos palabras!!Solo dos. Y provocaron que me acordara muchoooo de ese comentario, ya que a esa persona la descolocó totalmente el relato y su expresión fue ....increible!!!!!!

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