Era un día muy movido y ajetreado, las tareas se me acumulaban y parecía
que no me llegarían las horas del día para hacer todo lo que tenía pendiente
para ese día. Tenía varias casas a las que acudir para realizar la limpieza y a
media mañana tendría que ir al banco a hacer el ingreso de lo que cobraría.
Teníamos una vida muy achuchada económicamente. Éramos cinco bocas a comer en
casa y aunque Paco trabajaba en un taller mecánico y yo de casa en casa
corriendo siempre, no nos daba el sueldo para tantos. Colegios, libros, ropa y
comida. Cinco bocas para comer tres veces al día...hay que trabajar mucho para
lograr que las cosas en casa funcionen para que todo vaya bien.
A mitad de la mañana salí de la casa donde acababa de realizar las tareas domésticas.
Dejé la casa como me gusta dejarla. Impoluta. Realizo mi trabajo de forma
impecable, creo que por eso nunca me faltan casas. Una persona llama a otra y
la otra a la otra....y se corre la bola...Y yo voy teniendo trabajo que es lo
importante. Llegué al banco sudorosa pues tenía 10 minutos para entrar en la
siguiente casa. Conté el dinero antes de entrar en el banco. No era demasiado
pero este mes era muy apretado económicamente.
Entré ya con el dinero en la mano y me apresuré a acercarme a donde estaba
la señorita que siempre me atiende, sin percatarme de lo que allí estaba ocurriendo.
Cuándo le di el dinero fue cuándo me fije en su cara de terror y miré a mí
alrededor. Había 3 hombres con unas pistolas y una especie de verdugos en la
cabeza. Seguí mirando y la gente estaba tirada en el suelo, obedeciendo lo que
les decían. Metí disimuladamente el dinero en el bolsillo del abrigo y me tiré
al suelo. Uno de ellos empezó a gritar que abrieran la caja y que dejáramos
todo lo que llevábamos en los bolsillos y bolsos encima de la mesa. La gente
fue obedeciendo y fue dejando sus cosas. Yo me levanté y me acerqué. Uno de los
hombres...me daba escalofríos. Su mirada me era conocida. Estaba como
paralizado mirándome. ¡Dios mío no! Nos miramos y yo grité tu nombre,
"Paco que haces". Mi gritó retumbó en toda la oficina bancaria. Uno
de los hombres se giró y sin pensarlo dos veces, me disparó.
¡¡Ella no tenía que estar allí!!¿Qué está haciendo aquí? Me va a
reconocer...me está mirando fijamente. De pronto comenzó a gritar y a llamarme
por mi nombre. Sabía perfectamente que el Fani, no iba a dejarla con vida una
vez que me conociera. Me giré automáticamente hacía él, pero él fue mas rápido.
Le disparó, la vi caer y chocar su cabeza contra el suelo, mientras ellos
gritaban. Apunté mi revolver hacía donde estaba el Fani y le disparé. Corrí
hacia donde estaba mi mujer, quería pedirle perdón, explicarle...no quería
verla trabajar tanto, quería que fuera feliz, que no le faltara de nada. Pero
ella permanecía con los ojos muy abiertos mirándome.. De pronto se oyó otro
disparo y caí al lado de ella.
- El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos. (Francisco de Quevedo)
Hola Midala!! Un relato muy intenso y triste a la vez. Pobre señora, tan saturada con el trabajo, con el dinero, y pensando continuamente en su familia, para al final acabar asesinada en un atraco en el cual participaba su marido. Al final resulta que es verdad eso que dicen de que el dinero no da la felicidad, y tanto que no la da, un marido intentando que su mujer fuera feliz y se despreocupase con el dinero...y acaban sin vida los dos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Es un relato que da mucho que pensar, y sobretodo, te enseña a valorar lo realmente importante.
Un abrazo enorme y cuidate amiga!!
Un relato intenso y emocionante
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