Aquel día iba yo había cogido el metro. Mi coche la noche anterior
se había quedado sin batería, y tendría que llevarlo al taller en cuanto el
trabajo me dejara un rato libre. No solía coger el metro, no es algo habitual,
ya que al tener mi coche siempre me desplazaba en él. Había llovido mucho por
la noche y estaba el cielo gris, no era un día bonito pero era un día más y
siempre son bien recibidos, con agua o con sol. Esa era mi filosofía de vida.
Aquel día iba a ser largo ya que tenía mucho trabajo atrasado e iba a tener que
alargar mucho el día si quería conseguir sacar todo adelante. Las tareas de la
oficina suelen ser latosas y aburridas pero era mi trabajo y ese día me tocaba
estar allí sentada al pie del cañón con los números y las llamadas.
La gente se agolpaba en el
metro, unos iban leyendo, otros estudiando y otros sencillamente mirando para
el personal! Yo era de las últimas, iba mirando a todo el mundo e imaginando
sus vidas. ¿Ustedes nunca lo hicieron? es realmente divertido, una forma de
pasar el tiempo y de no saber nunca si se acierta o no...Si las suposiciones
son verdaderas o falsas. Casi enfrente había un hombre y una mujer, el era
joven, tenía pinta de banquero, con su gomina en el pelo y su corbata. Ella era
mayor que él, por lo menos...20 años. Me llamó la atención su bolso de mano.
Espectacular. De esos que podían costar 4 nóminas mías. Nunca podría yo
tener esa clase de bolsos. ¡Yo para mí que tenían un rollo! No se hablaban pero
cuando coincidían sus miradas salían chispas. Vaya imaginación la mía. Los
observé largo rato y cada vez estaba más convencida. Seguí observando al resto
de la gente y montándome mis películas. Cuándo los volví a mirar la mujer tenía
la mano apoyada en el asiento y el hombre le rozaba la mano con los dedos. Ahí
está sí señor, tenían un rollo fijo!! Llegaba ya mi parada por lo que me puse
en pie y cual será mi sorpresa que ellos dos también se levantan. Genial!! Nos
bajamos bastante gente en esa parada y yo emprendí el camino hacía mi empresa.
Los llevaba delante, por lo que podía observarlos. Iban hablando muy
disimuladamente. Ella era una mujer mayor, pero con mucha elegancia y
belleza. Llevaba un abrigo largo negro, y unos taconazos que... ¡¡ya los
quisiera poder llevar yo y no andar como una cigüeña mareada!!! En su mano
llevaba un bolso de marca. Si señor, una mujer muy hermosa. Y el joven...no se
quedaba atrás. Esbelto y de gimnasio, vaya, de estos que se machacan para tener
ese cuerpazo! La pareja perfecta. Pero eran amantes. Se les notaba o yo se lo
notaba vaya! El se paró a hablar por el móvil, y cuándo pase a su lado escuche
parte de la conversación. Llegaría tarde, tenía que ir a ver a unos clientes.
¡¡Vaya que cosas!! Comencé a andar más despacio para que ellos me pasaran y
poder seguir mi historia, realmente era una historia interesante. Había
descubierto a unos amantes en plena quedada!! Cuándo pasamos por un callejón
pequeño, él le dio la mano a ella y la empujó para ir hacía allí. Era un callejón
oscuro y sin casas, no entendía muy bien el porque tenían que ir por allí, por
lo que decidí esconderme detrás de un contenedor para ver lo que hacían. Hasta ahí
llegaba mi curiosidad!! No me habían visto y pensaba que ahí se besarían apasionadamente
y mi historia ya tendría un final.
Mi sorpresa llego cuándo el la
arrincono contra la pared, y yo pensé " anda es de los que le va la
marcha". Así era yo! Acercó su cara a la de ella y creí que ese sería el
comienzo. Le habló al oído. Pero...a la mujer parecía no gustarle mucho lo que
el joven hacía. De pronto vi una navaja en la mano del joven que iba
directamente al pecho de ella. Quise gritar pero me tapé la boca. ¿Quién me
había mandado meterme en este lio? Estaba aterrada horrorizada y paralizada.
Mi corazón en vez de golpear sangre debía de estar golpeando chispas porque
estaba eléctrica de miedo. La mujer se fue deslizando por la pared lentamente
mientras lo miraba con los ojos muy abiertos. Salí del contenedor y empecé a
correr como alma que persigue el diablo. El no me vio. Pero yo los había visto
a los dos. Sabía lo que tenía que hacer y eso mismo hice.
Os contaré el final de mi
historia para no alargarme demasiado. Llamé a la policía y gracias a mi llamada
la mujer se salvó. Eran amantes, y él le había pedido que dejara a su marido y
a sus hijos. Ella se negó, era solo una aventura, y el joven apuesto y
elegante, quiso acabar con ella. Pero ahí estaba yo para cambiar el rumbo de
sus vidas. El hombre terminó en prisión, gracias a la descripción de esta
menda, y la mujer terminó después de varias operaciones, curándose, y volviendo
a su vida. Cada año, en esa misma fecha, quedamos juntas para cenar, y siempre
me trae un regalo. Siempre la misma cosa, un bolso de los que yo jamás soñaría
poder comprarme.
La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un
hombre.
me gusto
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