Se convirtió en una influencer de forma muy rápida. Todo fue fácil desde el
primer momento. Crear una cuenta...mostrar sus cosas y su vida y todo viento en
popa. Su cuenta comenzó a crecer y crecer y para Ana todo era muy sencillo.
Cuánto más mostraba más aplaudida era y más aclamada por sus seguidores. Cuánto
más aclamada... más se subía ella. Su vida era perfecta!! No le faltaba de
nada. Hasta gente llamándole hermosa y bella a todas horas. Incluso llegó a
comprarse un pantalón horroroso y combinarlo con la blusa más hortera que jamás
había visto y...... ¿comentarios?....Guapa...todo te queda genial....eres la
mejor....con esa cara y ese tipo...Ana se creía la diva de internet. Poco a
poco fue cogiendo más confianza en las redes sociales. Comenzó haciendo un
Room Tour, lo que vulgarmente en castellano llamaríamos enseñar tú
habitación. Utiliza frases en inglés para describir muchos de sus
momentos diarios...Según comentaba Ana con su amiga, tenía otro
"Cache". Para una influencer de su talla, photobomb...troll...
like-unlike...millennial...meme....eran palabras imprescindible para hacer sus
Vlogging. Estudiaba los perfiles de otras influencer, comparaba...se dedicó a
ello en cuerpo y alma a algo que realmente le estaba gustando. Terminó haciendo
un House Tour, o sea...mostrando toda su casa. Salones, habitaciones de
hermanos y padres, piscina...jardín....etc. Era algo que sus padres le tenían
terminantemente prohibido. Enseñar su casa y dar datos. Pero Ana se saltó las
normas y enseguida su cuenta se hizo más popular. Comenzó a vivir en un mundo
paralelo al que ella tenía, donde los paquetes se acumulaban en su habitación,
con ropa, cremas, maquillajes etc. Incluso promocionaba floristerías. La vida parecía
que estaba de su lado. Salía a la calle y las chicas la conocían y le hacían
preguntas o sencillamente la querían conocer como si de una estrella de cine se
tratara. Dejó de estudiar. Y...planteándolo de la forma que lo hacía ella
¡¡casi tenía razón!! O compraba horas...o el día no le daba para más. Entre
grabar, la música, poner y sacar cosas, que todo coincida, que todo sea
perfecto...pasaba el día.
Todos los días realizaba un Haul. Ya era la norma. Cuántos más hacia más
aplaudida y venerada era y por supuesto más le pagaban y más regalos recibía.
Todos los días realizaba unboxing. Era tal ajetreo diario y se sentía tan
vanagloriada que se fue olvidando de su propia vida y olvidándose de que todo
tiene un precio. Todas las personas que veían sus videos no eran de la misma
forma. No todos entraban para saber las modas ni las mejores cremas. También
había gente a la que solo le interesaba saber la vida de los demás, su nivel
adquisitivo, saber donde viven, cuándo están, cuándo se van de viaje, cuándo la
casa está vacía...Y ese fue su gran error. No hacer caso de las recomendaciones
de sus padres. En uno de sus viajes, les desvalijaron la casa. Les robaron
absolutamente todo lo de valor. De nada sirvieron las alarmas ni las cámaras.
La policía les dijo que habían sido unos profesionales que se estaban dedicando
a realizar asaltos en casas de gente conocida en internet, gente que daba sus
datos y comentaba su vida. Sabían cuándo la casa estaba vacía ya que ellas
mismas lo decían.
La cuenta de Ana se cerró. No quiso volver a saber nada de las redes
sociales por si alguien se lo pregunta. Había sido una experiencia muy bonita
con un final muy malo. Ahora vivirían presas del miedo durante mucho tiempo.
No hay rosa sin espinas. (Este relato es ficción)
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