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viernes, 23 de julio de 2021

LA INFLUENCER

Se convirtió en una influencer de forma muy rápida. Todo fue fácil desde el primer momento. Crear una cuenta...mostrar sus cosas y su vida y todo viento en popa. Su cuenta comenzó a crecer y crecer y para Ana todo era muy sencillo. Cuánto más mostraba más aplaudida era y más aclamada por sus seguidores. Cuánto más aclamada... más se subía ella. Su vida era perfecta!! No le faltaba de nada. Hasta gente llamándole hermosa y bella a todas horas. Incluso llegó a comprarse un pantalón horroroso y combinarlo con la blusa más hortera que jamás había visto y...... ¿comentarios?....Guapa...todo te queda genial....eres la mejor....con esa cara y ese tipo...Ana se creía la diva de internet. Poco a poco fue cogiendo más confianza en las redes sociales. Comenzó haciendo un  Room Tour, lo que vulgarmente en castellano llamaríamos enseñar tú habitación.  Utiliza frases en inglés para describir muchos de sus momentos diarios...Según comentaba Ana con su amiga, tenía otro "Cache".  Para una influencer de su talla, photobomb...troll... like-unlike...millennial...meme....eran palabras imprescindible para hacer sus Vlogging. Estudiaba los perfiles de otras influencer, comparaba...se dedicó a ello en cuerpo y alma a algo que realmente le estaba gustando. Terminó haciendo un House Tour, o sea...mostrando toda su casa. Salones, habitaciones de hermanos y padres, piscina...jardín....etc. Era algo que sus padres le tenían terminantemente prohibido. Enseñar su casa y dar datos. Pero Ana se saltó las normas y enseguida su cuenta se hizo más popular. Comenzó a vivir en un mundo paralelo al que ella tenía, donde los paquetes se acumulaban en su habitación, con ropa, cremas, maquillajes etc. Incluso promocionaba floristerías. La vida parecía que estaba de su lado. Salía a la calle y las chicas la conocían y le hacían preguntas o sencillamente la querían conocer como si de una estrella de cine se tratara. Dejó de estudiar. Y...planteándolo de la forma que lo hacía ella ¡¡casi tenía razón!! O compraba horas...o el día no le daba para más. Entre grabar, la música, poner y sacar cosas, que todo coincida, que todo sea perfecto...pasaba el día.

 

Todos los días realizaba un Haul. Ya era la norma. Cuántos más hacia más aplaudida y venerada era y por supuesto más le pagaban y más regalos recibía. Todos los días realizaba unboxing. Era tal ajetreo diario y se sentía tan vanagloriada que se fue olvidando de su propia vida y olvidándose de que todo tiene un precio. Todas las personas que veían sus videos no eran de la misma forma. No todos entraban para saber las modas ni las mejores cremas. También había gente a la que solo le interesaba saber la vida de los demás, su nivel adquisitivo, saber donde viven, cuándo están, cuándo se van de viaje, cuándo la casa está vacía...Y ese fue su gran error. No hacer caso de las recomendaciones de sus padres. En uno de sus viajes, les desvalijaron la casa. Les robaron absolutamente todo lo de valor. De nada sirvieron las alarmas ni las cámaras. La policía les dijo que habían sido unos profesionales que se estaban dedicando a realizar asaltos en casas de gente conocida en internet, gente que daba sus datos y comentaba su vida. Sabían cuándo la casa estaba vacía ya que ellas mismas lo decían.

 

La cuenta de Ana se cerró. No quiso volver a saber nada de las redes sociales por si alguien se lo pregunta. Había sido una experiencia muy bonita con un final muy malo. Ahora vivirían presas del miedo durante mucho tiempo.

 

 No hay rosa sin espinas. (Este relato es ficción)


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