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jueves, 6 de septiembre de 2018

EL TUTOR


"Siempre fui una niña tímida y asustadiza. Mi historia parecería la de otra niña cualquiera pero quizás más triste. Me robaron mi niñez, me despojaron de mi pudor, de mi virginidad. Mi cuerpo se llenó de odio y ansiedad, de angustia y llantos. Y también de moratones...tapados siempre debajo de las mangas de la camisa...ocultos de la vista de la gente. No recuerdo ya muy bien cuándo comenzó esto, pero era muy pequeña. Comencé en el colegio y al poco tiempo comenzó la peor pesadilla que cualquier niño pueda vivir. Mi tutor de clase era un hombre muy religioso y bondadoso. Se preocupaba de que hiciéramos nuestras tareas diarias y de enseñarnos educación y saber estar. Un  día, que estaba en el jardín, ya que era el recreo, y esperaba a que salieran todos mis amigos, él se acercó y me dijo que me llevaba a la cocina a darme un vaso de leche. Yo me puse contenta, pues le había dicho que mamá se había olvidado de meterme mi bocadillo para el recreo. Me dio la mano y fuimos andando.  Mientras andábamos él saludaba amablemente a los demás niños y profesores. Yo me sentía grande a su lado, crecida, importante. Las niñas me miraban con envidia, ya que me iba a dar ¡un vaso de leche con galletas un profesor! Pero por los caminos de la escuela, nos desviamos de la cocina y entramos en su despacho. Yo me senté en una silla, pensando que él iría a la cocina a por la leche y yo esperaría allí. Y esa fue mi primera vez. Mi primera bajada a los infiernos. Cuándo todo terminó, me amenazó con que si lo contaba algo muy malo les ocurriría a mis padres y a mi hermanita. Yo estaba muy asustada y ese día me puse muy mal. Era la temida ansiedad que me estaba devorando. No comprendía como mi profesor podía hacer esas cosas, que a mi no me gustaban, conmigo. Esa noche y muchas más...lloré mucho a escondidas de mis padres. Pasaron los días y las semanas y eso se hacía ya asiduamente. El me miraba y yo sabía que tenía que acudir a su despacho. Y volvíamos a bajar a los infiernos. Días y meses...años. Años muy duros, en los que mi familia decía que era retraída, una niña apagada, triste, sin vida. Y es que ellos no lo sabían, pero yo estaba muerta. Mi vida era ansiedad más pánico....no querer encontrar esa mirada que me decía "vamos". Mi vida se reducía a esperar...esperar a que esos ojos que yo creía bondadosos...me dijeran "vamos pequeña"  y con ese vamos...yo iría al infierno...estaría con el mismísimo demonio en la misma habitación, sus manos velludas y asquerosas me acariciarían el cabello y comenzaría así otro día de infierno inolvidable.

Me iba haciendo mayor y los abusos no paraban. Ya era como una rutina asquerosa, una bajada a los infiernos sin luchar, un vivir en este mundo sin estar presente. Pero también fui comprendiendo que eso no era lo normal, que él no tenía derecho a hacerme esas cosas ni a amenazas continuas. Me tenía atemorizada. Cuándo mi hermanita comenzó el cole, él se acercaba a ella y sonreía mirándome. Y con eso ya bastaba para saber lo que tenía que hacer. ¡¡ Basta ya!! No iba a consentir que me tocara una sola vez más. No iba a consentir que le hiciera lo mismo a mi hermana. Incluso... ¡a saber si se lo hacía a otras niñas!

Todo fue muy rápido a partir de esa decisión. Esa misma noche hablé con mis padres y les expliqué lo que llevaba años pasando. Fue un drama. Mamá y papá lloraban sin cesar. Papá solo daba vueltas diciendo cosas terribles. Llamaron a mis tíos que enseguida tomaron la iniciativa en todo. Primero a la policía. Y ya fue todo encadena. De allí al hospital donde se confirmó que yo no mentía. Y ese fue casi mi final de estos abusos que rompieron mi vida en ese momento. El profesor fue juzgado y declarado culpable de los abusos. No era yo sola, había más alumnas, y cuándo yo lo denuncié, las demás niñas hicieron lo mismo. Fue un autentico bombazo en la ciudad y en el colegio, fue un autentico drama para todas. Pero hicimos lo que teníamos que hacer. Pararlo.

Hoy se puede decir que soy una mujer que vive feliz pero no olvida. Me dedico a dar charlas en los colegios de forma altruista. Intento que nadie se calle ni un solo día cuándo ocurren estas cosas, y os animo a las personas que veis o vivís algo similar...que denunciéis. Esos mounstros merecen su castigo. Su bajada a los infiernos."

'En cada niño se debería poner un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños' (Mirko Badiale).

"Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo". (Alie Wiesel)

Leer más en: http://crecimiento-personal.innatia.com/c-frases-para-reflexionar/a-10-frases-contra-la-violencia-5697.html
"Un niño no es un juguete, es la más grande manifestación de la naturaleza, la divinidad y la inocencia en todo su noble esplendor… ámalo, cuídalo, cultívalo; NO lo violentes, pues no merece sufrir por tus falencias". (Anónimo)

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"Un niño no es un juguete, es la más grande manifestación de la naturaleza, la divinidad y la inocencia en todo su noble esplendor… ámalo, cuídalo, cultívalo; NO lo violentes, pues no merece sufrir por tus falencias". (Anónimo)

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"Un niño no es un juguete, es la más grande manifestación de la naturaleza, la divinidad y la inocencia en todo su noble esplendor… ámalo, cuídalo, cultívalo; NO lo violentes, pues no merece sufrir por tus falencias". (Anónimo)

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2 comentarios:

  1. Por desgracia, estas historias ocurren a menudo.

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  2. ¿Y dónde estaba la familia que no se percató nunca de nada?

    Los niños siempre dan señales de los que les pasa.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar

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