Basura me sentí

Vivimos en una sociedad, regida por leyes y dichas leyes son iguales para todos. Hasta ahí yo estaba de acuerdo. El que la hace...la paga. También estaba de acuerdo, hasta que dejé de estarlo.

La mañana del viernes 2 de julio, estaba yo en el bar tomándome un vino con mis colegas, y haciendo una parada antes de ir a comer a casa, cuando de repente, entraron varios policías y sin más me leyeron mis derechos y me esposaron. Todos los que estaban allí, eran conocidos míos, de todos los días, de año tras año, y preguntaban qué pasaba y que había hecho yo, pero los policías solo decían que me lo dirían en la cárcel .Resumiendo, me acusaron de un delito de violación que yo no había cometido. Pedí hablar con un abogado. Se me explicó que el día 30 de diciembre, había violado y maltratado a una niña de 13 años que me había reconocido por la calle y por ello estaba detenido. Se iba a realizar de nuevo una rueda de reconocimiento. Y la niña "debió" de reconocerme porque dieron la orden de que ingresara de inmediato en la prisión. ¿Qué pensarían ustedes si les dijera que yo no lo hice?, pensarían que todos los presos dicen lo mismo. Pero el caso es que yo no había sido. Mi mujer no dudó de mí ni un momento. Pero a mis hijas, en el colegio le hicieron la vida imposible. Les tiraban del pelo y las encerraban en el cuarto de baño para pegarles e insultarlas. Y a mi mujer lo mismo. Les escupían y las perseguían y si eso no llegaba, por las noches, les tiraban piedras en las ventanas. Una noche, le dieron a la niña pequeña en la cabeza y le tuvieron que dar puntos. Mi mujer, decidió dejar el pueblo y marcharse con las niñas. Nadie las apoyó. Ni mis hermanos, ni mis amigos....estábamos solos en esta cruzada.

No les quiero contar como lo pasé yo mientras estuve en la cárcel, pues fue muy doloroso. Pensé que mi aspecto físico a lo mejor había tenido en ver en mi detención, pues soy fontanero, soy un hombre fornido, tengo tatuajes, porque me gusta adornar mi cuerpo con pinturas que me recuerdan a mi mujer y a mis hijas, tengo oraciones que rezaba mi madre escritas en la espalda y pensé que eso no ayudaba. Tenía un abogado de oficio que creo que pasaba bastante del tema o por lo menos esa era la impresión que a mí me daba. Recibí palizas y fui humillado. En las prisiones no son bien recibidos los violadores. Me sentí basura y quise morir. A los 4 meses de estar en prisión, un día vino mi abogado y me dijo que todo había sido una equivocación, que me iba a sacar de la cárcel porque la niña había dicho que él no lo había hecho, que se había acostado con su novio y por miedo a que en casa notaran algo dijo que la habían violado. Sí, esa misma cara de tonto me quedó a mí. Tanto sufrimiento por una niñata. Le había dicho a mi abogado que le preguntara a la niña por señales que tenía en su cuerpo el violador. Yo estaba tatuado y ella no lo recordaba...y ahora me daban dos palmaditas en la espalda y...a casa...como si nada hubiera pasado.

Y cinco meses después, aquí estoy yo de nuevo, en otra ciudad, sin empleo,  y malviviendo. Ustedes me preguntaran sí creo en la justicia y mi respuesta es no. Quizás con un abogado de pago, hubiera sido todo más rápido y seguramente me hubiesen sacado de prisión enseguida o....no. Aunque no había tenido nada que ver con la violación y salió el caso en los periódicos, yo ya estaba tocado y me llamaban el violador, aunque no lo fuera, era una forma de reconocerme en mi nuevo pueblo. Yo ya estaba marcado. No encontrábamos trabajo, ni mi mujer ni yo. La familia comenzó de nuevo a aparecer muy tímidamente, para alejarse de nuevo cuándo sabían que no encontrábamos trabajo dada mi condición de "violador". El paso por la cárcel, siendo inocente, marcó mi vida para siempre. Quisimos empezar de nuevo pero fue imposible. Salió a relucir nuestro lado más cruel, el que teníamos oculto por la vida que llevábamos y ahora, dada la situación que vivíamos, salieron a relucir las penas y basuras que llevábamos dentro. Esa experiencia, hizo que perdiera a mi mujer y a mis hijas. Y ya puestos... ¿qué más daba? Comencé a robar, primero tímidamente para poder alimentarme y después ya eran robos con intimidación, usaba un cuchillo, y realmente me daba lo mismo usarlo que no usarlo. Me sentía como una basura. Se habían burlado de mí y me habían destrozado la vida. Pagaban justos por pecadores.

"Lamentar las rejas de la cárcel una vez cumplida la condena no tiene ningún sentido." Rogers