El vestido

Petra entró en la pequeña tienda. Quería comprase tela para hacerse un vestido. El baile sería dentro de 4 semanas y creía que le daría tiempo para hacerlo. Sería un vestido por debajo de la rodillas, como toda mujer de su edad debe de llevar. Las rodillas no se deben de llevar destapadas. Tendría una media manga, para no dejar los brazos descubiertos.Lo compraría de florecitas rojas y verdes, seguro que le iba a quedar muy bonito. Ese día se recogería el pelo en un moño alto y se pondría el collar de perlas de mamá. Tendría que conquistar ese día a Pedro. O ese día o nunca. Llevaba muchos años enamorada en silencio de él, pero para él, ella era invisible. Ese día haría que se fijara en ella. Iba a ir guapisima a la fiesta del pueblo, no había nadie que la pudiera eclipsar.

Cosió y cosió día y noche, modificó y volvió a modificar. Se miró en el espejo cientos de veces y otras cientos salió de compras a la pequeña tienda.

El día del baile estaba nerviosa. Se oía el ruido de la orquesta desde su casa y ella no se atrevía a salír.  El camino era empedrado y solo lo alumbraban las luces que se habían puesto de adorno en la calle.Petra iba deslumbrante. Llevaba unos tacones de vértigo, con un vestido ceñido a la cintura, era de color blanco y al cuello, llevaba un pañuelo blanco con lunares negros. El pelo lo llevaba suelto, ondulado, tan solo recogido por los laterales con dos hoquillas . Salió de casa andando con garbo y soltura, el viento le ondulaba el pelo y le agitaba el pañuelo de lunares de delante hacia atrás. Todo estó le daba un aire muy sexy a Petra. Realmente ella así lo sentía y eso la favorecía más que los adornos que podía llevar.Se sentía segura de sí misma, había modificado su vestuario, nada de vestido por debajo de las rodillas.Justo por las rodillas. Iba ceñida y mostrando sus curvas sensuales. Su pelo olía a champú y a recién lavado...sus pestañas eran quilometricas y sus labios pintados de un rojo pasión. Ni ella misma se reconocía.

Cuándo llegó a la plaza del pueblo, todo el mundo estaba cantando y bailando muy animandos. La orquesta tocaba canciones  conocidas y ella sabedora de su sexualidad, comenzó a moverse lentamente. Mujer tímida por naturaleza, pensaba que era su última oportunidad para enamorar a Pedro. Dentro de una semana se iría a trabajar a Suiza. Se sentía bien consigo misma... sexy... radiante... Y decidió dar un paso más. Contoneando sus caderas, con su vestido ceñído, pasó por el medio de toda la gente del pueblo. Ahora sí que las miradas se dirigian a ella. Subió al palco de la música y habló con los músicos. Cogió el microfóno .Los vecinos del pueblo la miraban y cuchicheaban, algunos no la reconocían, pero ella, muy firme en su decisión y con ese halo de sexualidad que desprendía, comenzó a hablar.

- Queridos vecinos, amigos de toda la vida, que nos vimos crecer y jugamos juntos. Hoy, quiero cantarles a ustedes una canción y dedicarsela a nuestro amigo Pedro, que en una semana, se va a trabajar a Suiza. Una canción de los Panchos, conocidos por todos nosotros pués...nuestros padres siempre nos las cantaban en el pueblo.-

Y comenzó a cantar.....

Solamente una vez , amé la vida
solamente una vez y nada más.
Una vez nada más en mi pecho
brilló la esperanza,
la esperanza que alumbra el camino
de mí soledad.

Una vez nada más se entrega el alma
con la dulce y total renunciación.
Y, cuando ese milagro realiza
el prodigio de amarse,
hay campanas de fiesta
que cantan en el corazón.

Pedro estaba ensimismado y anonadado. Petra nunca le había llamando excesivamente la atención, pero hoy....la veía la mujer más sensual del mundo, con esa delicadeza de mujer...ese saber hablar en público...lo estaba deslumbrando!!!. El corazón le palpitaba con fuerza y las piernas le temblaban. Esa mujer lo estaba volviendo loco y  brillaba para él solo. Al cabo de una semana, se marcharon juntos a Suiza a trabajar.


Mande la razón y obedezca la pasión.