Me creía el rey del Mambo

Estaba de mierda hasta el cuello. Y a mí me sobrepasa el cuello. En mi vida nunca faltó ninguno de los vicios que se puedan imaginar, tabaco, alcohol, drogas, sexo. Durante años viví en un mundo desenfrenado, donde abundaba de todo. Trabajaba durante todo el día a un ritmo muy duro. Era el presidente de un periódico de tirada nacional. La presión era muy fuerte. Teníamos que ser los primeros y buscábamos la noticia que más impactara a los lectores. La gran mayoría de los días mal comía cualquier cosa y...bebía en exceso a todas horas. Era una forma de aguantar la presión. Del alcohol pasé a las drogas blandas, a las drogas duras, al sexo desenfrenado en prostíbulos de lujo, por supuesto, pagado todo con tarjetas a cargo de la empresa. Gasté mucho, muchísimo dinero en invitar a mis colegas, en ponernos hasta las cejas del mandito polvo blanco, y en pastillas. Mezclábamos de todo. Alguno que otro iba cayendo, a Mario le dio un infarto, dicen que provocado por el exceso con el que vivía. Y Manuel cogió el sida. Dicen que no se ponía preservativos, ¿pero...alguno lo poníamos? A pesar de todo, seguíamos a nuestro ritmo. Las noches eran salvajes. La cocaína, provocaba en mí una excitación sexual enorme. Me daba igual acostarme con tres mujeres jóvenes que con cinco. Yo podía con todas. Eso....al principio claro está. Después con el tiempo, empezó a aparecer la disfunción eréctil. Pero eso fue pasado un tiempo, gocé durante bastantes meses de una vida agitada sexualmente y desconocida para mí. El tener tanto poder económico en mis manos, me daba cierta valentía para probar de todo. Hice cosas de las que no estoy arrepentido. Viví plenamente durante años. Y hoy, estoy aquí. Sin dinero, sin amigos y enganchado a todo tipo de adicciones. Todo lo que tenía lo perdí. El periódico acabó cerrando con los años. Fue una lástima, era un periódico en su momento muy importante, con una plantilla muy amplia y teníamos corresponsales en el extranjero. Nuestro ritmo de trabajo era tan intenso que eso fue lo que a mí me llevó a arruinar mi vida. Y digo arruinar hoy en día, que estoy sin dinero y sin posibilidad de salir de esta mierda. Pero hasta hace poco consideraba mi vida un lujo. Lo tenía todo y más. Mujeres...dinero....estatus....viajes....alcohol....sexo....Íbamos a trabajar sin haber dormido, después de habernos pasado la noche bebiendo y tomando cocaína, después de acostarnos con varias mujeres a la vez. Los tríos eran cosas de niños. Teníamos las mujeres que queríamos y a la hora que queríamos. Éramos de los reyes de la noche. Tenía montones de amigos con quién compartir mis experiencias, a quién invitar a un trago o a lo que se presentara. Nunca estaba solo. Siempre rodeado de personas.

Hoy, puedo decir que mi vida es una ruina. Me marché de mi ciudad. . Mi aspecto es ruinoso. Me cayeron los dientes y mi extrema delgadez es llamativa. Ya no soy aquel chiquillo de 50 años que jugaba a ser el todo poderoso. Hoy soy lo que quedó de él. Nada. Mi cuerpo envejecido y mis venas parece coladores, mi cara es irreconocible y mi órgano masculino...mejor no hablar de él porque no hay nada que decir. Se evaporó. Mi vida sexual es 0, nula, ni me preocupa, lo único que me sigue preocupando en este mundo, es poder conseguir mi dosis de alcohol, o de coca o mejor de las dos a la vez. Mis amigos...no queda ninguno de ellos, algunos, muy pocos dejaron este mundo y otros fueron cayendo como moscas en la mierda. Yo aún resisto, pero tengo los días contados.

Hace poco, conocí a una joven, que andaba por las calles llevándoles algo caliente a la gente que vive en la calle. Me propuso ayudarme. Y me estoy dejando ayudar. Voy con ella a los colegios, a hablarles a los niños de la problemática vida de la droga, que no influye solamente a la gente humilde, en nuestros tiempos, precisamente los que más droga consumimos somos los de la clase alta. Ahora estoy con metadona, estoy intentando dejar mis vicios, pero....justo ahora....se me acaba el tiempo. Mi vida está tocando a su fin. Las drogas terminaron con mi cerebro, la bebida con mi hígado y todo junto con mi dignidad como persona.

En los estados alterados de consciencia producidos por el consumo de drogas, algunos artistas hallaron el fuego fatuo de la inspiración, pero, más tarde, su genialidad creativa acabó abrasándose en el fuego real de la adicción. José Luis Rodríguez Jiménez