Mi particular Mrs. Robinson

Iván, escuchaba la canción de Sabina y creía que ese tipo de mujeres no existían...hasta que hace poco, se tropezó con una de ellas.

Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres consuelo, mujeres puñal,
Hay mujeres de fuego,
Hay mujeres de hielo,
Mujeres fatal.
Mujeres fatal.

Iván tiene 25 años, es estudiante de Ingeniería y es un joven como los de hoy en día, quizás, su particularidad es que sea realmente guapo y no se lo cree. Las modestias, las deja para otros. Estando una de las noches en un pub, vio en la barra a la mujer más provocativa que había visto nunca. Llevaba un vestido negro, ni corto ni largo, con unos enormes tacones negros, y unos guantes que le llegaban hasta el codo, negros también. En la barra tenía su abrigo y estaba tomando una copa. Algo en ella le llamó la atención, su forma provocativa de beber, de moverse, de mirar....Se puso a su lado. Ella lo miró de arriba abajo y le clavó la vista mientras bebía su Martini.

- Mujer fatal - pensó Iván - Me hará perder la cabeza -

Intentó entablar conversación con ella pero era en vano, ella solo le clavaba la vista y le miraba provocativamente. Era mayor que él. Pensaba que tendría unos 40 años muy bien llevados. Y a Iván...le daba lo mismo una edad que otra, sinceramente, esta mujer tenía algo que quizás las demás no tenían. Toda ella era provocación, toda sensualidad, todo erotismo. Se tomó en silencio una copa a su lado y cuándo la terminó, ella le dio la mano y salieron juntos de allí.

- ¿Tienes a donde ir? - preguntó ella.

- Sí - Sus padres estaban de vacaciones y tenía la casa para él solo. Su hermana, vivía con su novio. Plan perfecto.

Se metieron en su coche y fueron hasta su casa. Iván tocaba sus piernas mientras conducía, y cuánto más subía, más se daba cuenta de que esta mujer era todo sexo. Ella fumaba un pitillo y parecía no hacerle ni caso. Cuando llegaron a casa, ella se quitó el vestido lentamente y se quedó con unas medias con ligero, era su única ropa interior. Se fue a servir otra copa mientras él la observaba andar, sus aires felinos, calculados, sus movimientos de cadera... Puso música y con una copa en la mano y un pitillo en la otra comenzó a bailar. Iván sentía fuego en su cuerpo y no sabía cuánto tiempo podría aguantar sin tocar a esa mujer. Ella se le acercó y le echo el humo en su boca, en su cuerpo...y él, le saltó encima como si fuera un lince. Hizo el amor con ella salvajemente, era incansable, siempre quería más y más. Iván estaba encantado. Mujer fatal...hicieron el amor en todas las posturas imaginables, no se quitaba ni las medias con el liguero ni los tacones, pero no hacía falta.

- Preciosa, vamos a descansar un poco, eres incansable. Yo necesito un pequeño descanso. ¿Fumamos?

Salieron a la terraza, ella con su indumentaria. Iván cogió una manta y se la puso encima. Ella casi no hablaba. Era una mujer extraña, pero solo mirarla, uno perdía el sentido. La diferencia de edad, a Iván le estaba viniendo muy bien, pues esta mujer no tenía fin. Lo estaba mirando, le clavaba sus ojos negros de gata, pidiendo de nuevo más y más, e Iván, no podía resistirse. El camasutra se quedó corto esa tarde, Iván pensó que esa mujer lo iba a dejar seco. Por la noche, se metió en la ducha y cuándo terminó Iván estaba dormido en la cama. Ella se marchó sigilosamente. Al día siguiente, Iván se despertó y pensó que ella estaba con él y se dio cuenta de que había pasado la noche solo.

- Tremenda mujer- pensó Iván

Esa misma tarde, sonó el timbre de casa. Iván estaba estudiando y fue a abrir. De nuevo la tenía ante sus ojos, pero ahora con una gabardina de color camel, lo empujó de la puerta y se la quitó. Dios mío pensó Iván, quedó igual que ayer, desnuda pero sus medias en color camel haciendo juego con sus tacones. Y se volvió a repetir toda la escena del día anterior. Hicieron el amor en la bañera, sentados, de pié, en la cocina, en la cama, esta mujer lo iba a matar y él estaba pensando en ampliar nuevos horizontes, hacia las mujeres maduras! Ella silenciosa, sigilosa, felina, provocativa, enigmática. Su apetito sexual era tan grande que podía dejarme vacio, pero lleno de pasión.

Esta historia se repitió varias tardes, hasta que una de las noches, nos quedamos dormidos juntos, después de una larga tarde de pasión. Por la mañana, volvimos a repetir los mismos pasos de la tarde anterior, su olor a mujer y sus provocativas miradas y andares, eran suficientes para ponerme a tono. Mujer enigmática. Yo no sabía nada de ella. Solo decía monosílabos pero....!daba igual ¡No hacía falta que dijera ni una sola palabra, decía las justas y lo que decía me encantaba. Ese día, me dijo que tenía que irse pronto, que no podía llegar tan tarde. Le dije que la llevaba a donde quisiera y contestó que no, que iba en un taxi. Lo pidió desde mi casa y yo decidí seguirla en mi coche.

Entró en  un edificio que ponía "Clínica para las adicciones sexuales".

Mi amante, 30 años mayor que yo, era una adicta al sexo.

 Sobre las mujeres, no trates de entenderlas, trata de disfrutarlas
(Jaime Tenorio Valenzuela)