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martes, 1 de agosto de 2023

¿QUIEN ERES?

 Era una noche fría, lluviosa e invernal. Las farolas alumbraban tenuemente las calles y la gente pasaba encogida de frío camino de sus casas. Tú mirabas por la ventana y lo observabas todo, como hacías siempre. En tú tiempo libre, que era mucho...solías asomarte a la ventana y mirar como las personas iban y venían...No era cotilleo...era aburrimiento. 

Esa noche en particular, tú estabas inquieta. Era una intranquilidad extraña, no era propia en ti, que eras una persona tranquila y relajada. Mirabas por la ventana cuándo de pronto, viste que un taxi paraba en la calle de enfrente. De él bajó un hombre. Alto, fuerte y bien vestido. Tú cara te recordaba a alguien pero no sabías a quien. Lo mirabas con ansiedad, con inquietud. Algo te decía que lo conocías. El se paró en la acera y esperó unos instantes mientras fumaba un pitillo. Llegó otro taxi. Tú seguías mirando y observando, escudriñando en tú memoria, haciendo verdaderos esfuerzos para recordar. El otro taxi paró justo donde estaba el hombre, y de otro hombre se unió a él. Se pusieron a hablar mientras el primero estaba casi acabando su pitillo y tú te esforzabas por intentar recordar...hacías verdaderos esfuerzos. Los dos hombres charlaban amigablemente, como dos personas que se conocían desde hacía mucho tiempo. No se les escuchaba nada, pero sí de vez en cuando, se les escuchaba alguna carcajada. Tú mente iba a mil y había algo que no te gustaba, había algo que no te cuadra, algo que te molestaba. Esa gente tú sabías quienes eran, pero todavía no podías decir a ciencia cierta lo que tú corazón estaba sintiendo.

Te tocaste el brazo. Allí tenías un tatuaje. Unos números. Sabías que ellos estaban relacionados con esos números.¡¡¡ Ahora sí sabías quienes eran!!!!A pesar del tiempo transcurrido, sus caras seguían siendo demoniacas, seguían dando miedo y terror. Tú eras de las últimas supervivientes que quedaban del holocausto. Tú habías dado muchas conferencias y sabías que no todos habían fallecido. Muchos estaban en otros países, reorganizándose. Tú salías a veces. En los periódicos locales, advirtiendo de que esta gente no había desaparecido. Solo estaban aletargados, esperando el momento. Tú corazón salía del pecho. No tenías miedo. Tenías asco. Rabia. Eran ancianos como tú, pero sabías el poder que tenía esta gente.

Te acercaste al teléfono, ibas a llamar a un contacto en la policía. Un viejo amigo que conocía tú historia. Llegaste a levantarlo, pero no había linea.Te acercaste de nuevo a la ventana y los dos hombres seguían allí charlando. De pronto se giraron hacía tú ventana y te clavaron la mirada. Tú corriste las cortinas. Ya no te daban miedo. Te sentaste en el sillón y ahora eras tú quien encendió un pitillo. Sabías lo que hacían ahí. Sabías lo que querían.

Sonó la el timbre de tú puerta.

 

“El deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió, hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder, que el mal puede desencadenarse. El odio racial, la violencia y las idolatrías todavía proliferan.”
Elie Wiesel

 

2 comentarios:

  1. "¡Excelente relato! Me atrapó desde el principio y me mantuvo intrigado hasta el final. La forma en que describiste la atmósfera y los personajes fue muy cautivadora. La revelación sobre el pasado de la protagonista y la presencia de los hombres en la calle agregaron un giro inesperado a la trama. ¡Espero leer más de tus historias en el futuro!"

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    Respuestas
    1. Gracias!!!!Es una parte de la historia que debemos y estamos obligados a no olvidar. Pero el hombre...es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces!!.
      Gracias David por pasarte por aquí y comentar!!

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