Nina no volvió a pensar en él. Sencillamente lo había matado para
proseguir con su trabajo. Nada ni nadie podía estropear una cosa bien
realizada. Y ella pedía pulcritud en el trabajo, esmero, discreción y sobre
todo, prudencia. El se había saltado uno de los pasos. Nina miraba por la
ventana pensando en cómo arreglar lo que él había estropeado. Tendrían que ir a
por el mismo niño. Los "padres" ya tenían una foto de él y estaban
conformes, pagaban bien, y estaban a miles de kilómetros de sus padres biológicos.
Por supuesto, una vez que entregaban a los niños, ella se quedaba con un dosier,
con todos los datos de la familia adoptante. Datos, que hasta la propia familia
ignoraba. Y esos datos, eran su salvoconducto para que nadie se fuera de la
lengua.
Nina, mandó de
nuevo a un hombre a controlar al niño. En cuánto viera la ocasión, tendría que
hacerse con él. Pero esa mujer de mirada fría, tenía sus días contados. En la
vida, el que juega a la ruleta rusa, unas veces pierde y otras gana, y Nina
estaba muy cerca de perder.
Alex, llevaba tres
años trabajando para Nina, y ella confiaba en él, pero con cautela. Todos sus
hombres tenían que pasar por un período de adaptación en el que ella era la
única que decidía cuándo y cómo empezaba a utilizarlos. Alex, era fiel a su jefa.
Algunos decían que eran amantes pero en realidad, amantes lo fueron todos, por
lo que Alex no se consideraba más privilegiado que otros. Nina, tenía por
costumbre acostarse con todos sus hombres. Decía que en la cama era donde se
conoce bien a los hombres. Y los cataba a todos como si fueran un buen vino.
Alex, llevaba tres largos años infiltrado en esa organización, y esperaba poder
desmantelarla. Pertenecía al cuerpo de la policía secreta y estaba ahí en una
misión. Se había aprendido una vida falsa y vivía con una personalidad que no
era la de él, pero estaban convencidos de que Nina, era la máxima responsable
de los secuestros de niños, tanto aquí como en el extranjero. Alex tenía que
hacerse con su ordenador y su dosier. Pero llegar hasta ella era casi
imposible. Era una mujer a la que no se le escapaba ni un solo detalle y no
confiaba en nadie plenamente. Pero él cada día estaba más convencido de que
ella era la cabecilla del grupo, la cabeza pensante, la que organizaba todo.
Llevaban muchos años detrás de ella hasta que Alex recibió órdenes superiores
de ingresas en la organización, no había otra forma de llegar hasta ella. Todos
los intentos por desarmar la organización, fueron fallidos. Solo tenía que
tener paciencia y la cogería en algún renuncio.
Los meses iban
pasando y Alex seguía sin poder recuperar su vida, esperando el momento de
cogerla. Esa noche, ella lo mandó acudir a su despacho y le dijo que pasara la
noche con ella. Era algo que hacía asiduamente con todos, pero él se ponía
alerta cada vez que la oía decir eso. Tenía una oportunidad. Y no podía
desperdiciarla. No era la primera noche ni sería la última que pasaba con ella,
pero era una mujer demasiado cuidadosa. Cuándo él creía que dormía, ella estaba
pendiente de cada movimiento que su acompañante hacía. Mujer cauta y
desconfiada, fría y malévola ejercía sobre sus hombres un extraño poder. Era el
miedo en estado puro.
Esa noche, Nina,
confiada, bajó su guardia y tomó unos tranquilizantes para dormir. Llevaba días
sin hacerlo. Alex, no podía creer en esa oportunidad que le estaba brindando la
casualidad. Esperó hasta que las pastillas hicieran su efecto, y se levantó.
Nina no se movió. Ni pestañeo. Se sentó en el suelo, a su lado, velando su
sueño. Pero ella no se movía. Su respiración era acompasada. Después de hora y
media, Alex, se dirigió a su ordenador. Alex, como experto en informática sabía
que nada podía fallarle. Si algo estaba oculto, encriptado...no habría
problemas, con eso ya contaba. Lo que no contaba, es que Nina, no estaba
dormida. Mujer cauta y precavida, había tirado la pastilla y con mucha
paciencia esperó tranquilamente para saber que hacía Alex. Era su último día,
si pasaba esta prueba, sería su hombre de confianza.
Nina, se levantó y
cautelosamente fue hacia donde estaba él.
- Que haces Alex.
Pillado con las
manos en la masa, Alex volvió la vista hacia Nina y la vio con una pistola en
la mano.
-Acércate, no desconfíes,
estoy mirando cosas en internet.
Nina, apuntándole
con la pistola se fue acercando a él lentamente y cuándo Alex, estaba seguro de
que le iba a disparar, se abalanzó encima de ella y comenzó la lucha. Era una
mujer dura y sabía lo que hacía, al igual que Alex. La lucha fue encarnizada y
los dos estaban malheridos. No le había dado tiempo a ver nada en el ordenador.
Tan solo carpetas ocultas, que quizás era donde Nina guardaba toda su
información. Y llegó a ver una foto de un niño, que hacía poco había
desaparecido, Raúl Contreras de 7 años. Con eso le era suficiente para saber
que ella era culpable y que tenía que tirar del hilo, pero la mala suerte se
puso en su contra. En un momento dado, el le dio un puñetazo y ella le agarró
por la camisa, se acercaron peligrosamente a la ventana y Alex, volvió a arremeter
contra ella. Nina se tambaleó y y su cuerpo se doblaba como el de una
marioneta, acercándose más y más a la ventana, pero tenía a Alex agarrado por
un brazo. Si ella se caía, se lo llevaría a él también.
Se oyeron unos
gritos en la calle y los jóvenes que iban de retirada para su casa, vieron como
dos cuerpos caían por una de las ventanas del noveno piso de la calle Coronel
Aguilera.
Si no quieres que el mal exista, no obres mal. (León Tolstoi)
GRACIAS. Esa tercera parte es la mejor y la más completa en descripciones. Una maravilla.
ResponderEliminarCuando te cabreas es cuando mejores relatos escribes, Doña.
Más felicitaciones pero esta vez mereces dos millones de besos.
Amos, amossss, que Alex no puede terminar asíiiii, ni ella tampoco, que pague, que pague por todo el daño que hizo.
ResponderEliminarBesotesss!!!!
Un relato trepidante...¡Jo! con esta Nina.
ResponderEliminarUn saludo, Midala.
He leído las tres entregas de este cuento, que revela a una mujer dura, desalmada, cuyo destino final sería trágico. Atrapan como siempre sus relatos. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarUn lógico final para una persona sin escrúpulos.
ResponderEliminarUn beso.
Un final muy propio a la vida que quiso (o pudo) tener; caer desde lo alto envuelta en una absurda pelea... me encantó la tercera parte de esta historia; y me retiro pensando si no habrá secuela.
ResponderEliminarAbrazos australes!
Hola Midala, no sé por qué no se actualizaron tus entradas en mi blog, ahora leí las tres partes de tu relato, y parece que este es el final, al menos de la vida de esta mujer macabra, lo triste es que en alguna parte del mundo hay gente así, es bueno ponerlo sobre el tapete para que nadie lo olvide, un abrazo!
ResponderEliminarEsto no puede terminar así... espero el próximo capítulo.
ResponderEliminarUn beso
Un final digno de la mejor película de accion y gangster.
ResponderEliminarQuien a hierro mata a hierro muere. Desgraciadamente hay muchas otras NInas por el mundo.
Un relato, al completo, muy entretenido.
Un abrazo
Realmente trepidante !
ResponderEliminarMark de Zabaleta
Fin?
ResponderEliminarJejeje. Muy bueno Midala, trepidante. Besos
Una tercera parte impactante. Mis felicitaciones
ResponderEliminarUn abrazo
Me tuve que leer todo de un "tirón" para ponerme al día, pero créeme que valió la pena.
ResponderEliminarUn relato muy bien elaborado , en que el suspenso juega un papel preponderante, muy, muy bueno...
Besitos en el alma
Scarlet2807
Hola Midala.Acabo de llegar a tu casita y me ha pasado como a Scarlett,lo he tenido que leer todo.
ResponderEliminarUfff pero mereció la pena. Me gusta mucho tu manera de escribir,sin utilizar palabras rebuscadas y con una trama muy buena.
Me voy con un buen sabor de boca.
Te sigo corazón aunque posteo cuando puedo intentaré comentarte.
Un abrazo enorme.
Nina fiel a si misma hasta la muerte.
ResponderEliminarSe lo llevó por delante al pobre Alex.
Los vi hasta caer.
Besos.