Telediario edición matinal.
“Hoy, a las 11 de
la mañana, se celebrará el consejo de ministros para decidir los acuerdos sobre
la subida de los impuestos...perdonen, tengo una noticia de última hora.
En estos momentos se está produciendo una noticia que acapara toda nuestra
atención".
Así anunciaban a
primera hora de la mañana, los telediarios de todas las cadenas, el asombroso
suceso.
Telediario (otra
cadena) 3 edición
“Y seguimos con la
noticia con la que comenzamos el día y tiene acaparada la atención de todas las
televisiones a nivel nacional"
"Increíble de
creer la noticia que les estamos retrasmitiendo, no se pierdan las imágenes.
Intentaremos entrevistar al protagonista"
Cadena Ser
"Para los que
no podéis estar aquí os comentamos que en estos momentos, los mineros están
atravesando la Castellana para dirigirse al Ministerio de Industria. Llevan sus
luces encendidas y su cara es de cansancio y agotamiento. Pero el hecho más
sorprendente es el protagonizado por un anciano de 80 años al que intentaremos
que sea el protagonista de hoy en nuestro programa."
Lolo, para los
amigos, así se llama el protagonista de esta historia, estaba tomando su té
matinal. Eran las 6 de la mañana cuándo puso la televisión mientras limpiaba su
pájaro y veía el telediario. Solía hacer lo mismo todas las mañanas, pero esta
mañana, sería distinta. Algo iba a cambiar. Lolo vio como los mineros
atravesaban las calles para dirigirse a su meta. Un nudo se le puso en la
garganta al ver a esa gente y su sufrimiento. Estaba cansado de ver cómo su país
se desmoronaba lentamente. Los jóvenes no tenían trabajo y los mayores tampoco,
se trabajaba 10 horas diarias sin contratos, por 500 euros. La gente no tenía
con que pagar esos pisos que habían comprado y todas las mañanas daba alguna
noticia mostrando los desahucios, que no eran un plato agradable de ver sobre
todo para Lolo, persona sensible y buena, de corazón tierno y mirada triste. Su
pensamiento diario últimamente iba dirigido siempre hacia su pueblo, hacia su
patria. Sufría por ellos y con ellos. Había recortes de salarios, congelación
de pensiones, se habían suprimiendo ayudas a los dependientes...este no era el
país donde él pensaba que pasaría sus últimos días. Su país se había dado la
vuelta y ahora no lo reconocía. Las gentes sufrían por no tener trabajo. El, cuando
era joven, si tenía trabajo. Y le costó llegar a las cosas pero sí tenía
trabajo. Y si te echaban de un sitio podías irte para otro a trabajar. Trabajo
no faltaba.
El sufrimiento
ajeno y la lucha de esos mineros, que Lolo, estaba viendo en esos momentos en
la televisión, le hicieron dirigirse a su habitación. Cogió una bolsa de
deportes que guardaba en su armario y la llevó a la cocina. Se dirigió a su
congelador y comenzó a sacar los primeros alimentos congelados. Cuándo había avanzado
lo suficiente, encontró lo que buscaba. Lo fue metiendo en la bolsa de
deportes, pero viendo que eso no era suficiente, se dirigió de nuevo a su
armario y cogió dos maletas con ruedas y las fue llenando poco a poco. No
pensaba en nada, solamente en el sufrimiento que estaba cansado de ver todas
las mañanas. Sus manos temblorosas y llenas de manchas solares, agarraron una
de las maletas y la otra la dejó detrás de una puerta y con ella se dirigió
hacia la calle.
Ya era de día y
Lolo pidió un taxi y se dirigió hacia la Castellana. Allí, el taxista le ayudó
a sacar la maleta y lo dejó en una esquina, tembloroso. El hombre pensó que
estaría esperando a algún familiar que hacía tiempo que no veía. Pero no. Lolo
estaba cansado de ver sufrir. Cogió fuertemente su maleta y se dirigió hacia
los mineros que estaban atravesando la calle... Llevaban sus cascos puestos,
con las luces encendidas y eran la viva imagen del agotamiento. Se unió a
ellos y les pidió un casco. Fue andando con ellos y haciendo la marcha a su
lado, hasta que llegados al Ministerio de Industria, hicieron su gran parada en
silencio. Lolo, se fue abriendo paso a través de los mineros...lo miraban y le
sonreían, pues su cara era entrañable. Lolo, con ojos llorosos los contemplaba
como luchaban por sus puestos de trabajo y él ya con 80 años que tenía, no
necesitaba ya nada.
Se dirigió hacia
las escaleras del Ministerio, mientras los mineros permanecían en silencio.
Subió unos escalones con su maleta y se dirigió a ellos.
“Mi nombre es
Lolo. No soy minero, pero estoy con ustedes y con el resto del país que sufre.
Fui un hombre afortunado en el trabajo, y aunque trabajé muy duro y muchas
horas diarias, mi trabajo se vio recompensado.
Los mineros, en
silencio contemplaban al anciano que no sabían de donde había salido ni por qué
se dirigía a ellos hablando, cuándo habían acordado hacer una marcha
silenciosa.
"Suben los
impuestos y los suben para todos, no para los que más tienen. Congelan
pensiones, y las congelan para todos, no para los que más cobran. Quitan ayudas
para los que más las necesitan pero no para los que no las necesitamos. Es
fácil gobernar un país donde se exprime a la clase media-baja y el alta
contempla como se desmorona la sociedad en la que nos hemos criado. Yo no
quiero pertenecer a esa sociedad. Desde aquí, les digo que quiero donar parte
de mi herencia para su causa. No sé si les vale de algo, pero a partir de hoy,
no quiero pertenecer a una sociedad donde sufren los más necesitados. Mi poco o
mucho dinero, lo iré donando a causas que yo crea convenientes."
Y dicho esto, se
dirigió al cabecilla del grupo para hacerle la entrega del maletín. Los mineros
aplaudieron llorosos la imitativa del anciano. Uno de los mineros, se dio
cuenta de que el anciano, era Emiliano Botijos, el que había sido presidente de
uno de los bancos más prestigiosos del país. Imposible de creer...Don Emiliano
repartiendo su dinero entre los mineros...pronto comenzó a ser noticia entre
todos y aplaudían al que había sido presidente del banco.
Al poco rato,
todas las cadenas de televisión y radios querían entrevistar al ex presidente
del Banco STD. Pero el anciano había desaparecido. Se atrinchero de nuevo en su
casa. No quería prestigio ni cadenas de televisión ni bullicios. Sencillamente
quería darle al pueblo lo que el pueblo no tenía y él sí.
Todas las mañanas,
seguía poniendo la televisión y si alguna noticia le impactaba, allí aparecía
Emiliano, con su bolsa llena de billetes para una causa perdida. Para ayudar al
que más lo necesita quién más tiene.
El dinero es como el estiércol: no
es bueno a no ser que se esparza.
Mentira podrida, ni "jarto vino" me creería esa noticia. Si hubieras dicho y después de dar ese dinero, la publicidad generada por la noticia supuso un mayor incremento en sus ingresos y de su patrimonio, esto si que me lo hubiera creído, el capital solo quiere verse incrementando a costa de lo que sea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una conmovedora historia que a día de hoy,es una hermosa utopía.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Sir Francis.
Un beso.
Como relato, genial.
ResponderEliminarUna hermosa utopía, como afirma Marinel, que difícilmente se haría realidad en esta época.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo. Yo lo escribí viendo las imágenes de los mineros.Pero séeeee que es totalmenteeee improbable que estas cosas ocurran. ¿os imaginais a....Botijos jajajjajaj repartiendo su patrimonio???vamossss vamossss que yo dejé de creer en las hadas hace muuuuuucho tiempo,pero escribir es lo que tiene...que aún podemos creer en los peces de colores y no deja de ser entrañable y bonito, para darnos de bruces con la cruda realidad.Milllll besitos a los 3 y mil gracias
ResponderEliminarHas hecho un excelente relato realista, y a la vez una expresión de deseos en cuanto a lo que sucede en tu país, estimo que España. Aquí en argentina sucede algo parecido sumado a la inseguridad, el negro futuro manejado por verdaderos vampiros que se llenan de sangre de la ya anémica clase media, en fin, un país que se encamina a su autodestrucción por una clase política desfachatada y ambiciosa de dinero.
ResponderEliminarTengo algo parecido para decir de Argentina, pero en forma directa denunciando lo que la mayoría sabe.
Me gusta tu opinión y crítica en forma de relato, es muy buen recurso.
Excelente Midala
Me ha encantado este Relato, aunque veo dudosa que se lleve a cabo por parte de un banquero tanta abundancia, solidaridad y espléndidez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si perdemos la capasidad de soñar estas historias acabaremos como autómatas tristes y sin esperanzas.
ResponderEliminarObviamente es una historia totalmente fantástica Midala, hay mas probabilidades que aterrice una nave alienígena en plena Castellana que ocurra esto que nos relatas pero NO DUDES QUE SERIA FANTÁSTICO EH!!!
A mi me encantaría poner mañana el tv y escuchar algo así.
Besitos :)
Una historia interesante, pero no creo que los mineros aceptaran dinero ni de ese Señor ni de nadie. No piden dinero... ni limosnas...piden justicia, que se cumpla lo acordado, y dignidad para su tierra y sus familias.
ResponderEliminarA mi personalmente no me gustaría ese gesto, ni aunque fuese como es el caso del relato, de buena voluntad.
Muy bien escrito, me ha gustado :) Con tu permiso me quedo por aquí acompañandote.
Un abrazo.
Cuantos Lolo harian falta......
ResponderEliminarSimplemente genial.
ResponderEliminarY la marcha de los mineros es una clara llamada de atención que ha reunido en Madrid la queja de todo un pueblo…
Saludos
Mark de Zabaleta
Ahora ciencia ficción?
ResponderEliminar:)
Que bien.
Besos.
Y por donde dices que vive el tal Emiliano jejeje ;). Ojalá quienes tanto tienen lo invirtiesen en crear riqueza y no lo amasasen como a la masa de buñuelos. Saludos preciosa
ResponderEliminarLástima que en el mundo no abunden más Lolos...
ResponderEliminarUn abrazo, Midala
Seis millones de parados y muchos de ellos sin recibir ninguna prestación...este es nuestro pais...me gustaria ver a esos millones de parados saliendo a la calle y pidiendo subvenciones...un besote preciosa.
ResponderEliminarHace poco, un magnate Ruso tiraba dinero desde su despacho de un gran edificio para ver la reacción de los viadantes...eso fue real...Que Botin haga eso, no me lo creo...un buen relato...un besote preciosa.
ResponderEliminarPues está muy bien tu relato, Midala. Cómo vinculas una reacción novelada (que muchos hemos sentido como llamada bastantes veces) con el acontecimiento de la mani fe los mineros.
ResponderEliminarPor cierto, corrijo a Bacon, y que me perdone. El estiércol es buenísimo siempre, aunque conviene no pisarlo en fresco, pero de él, más lo que se planta o siembra, sale vida y los ciclos naturales y agrarios se manifiestan favorablemente para la especie. El dinero, mero valor de cambio, no acaba de convencer ni a quienes se enriquecen con él hurtándoselo a la mayoría.
A partir de ahora te sigo. Me apetece mucho leer tus historias.
ResponderEliminarTal vez se dé algo así el día en que las ranas críen pelo...
ResponderEliminarBesos, Midala.