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lunes, 30 de septiembre de 2013

Las mentiras del Presidente



Robert miraba hacia atrás y comprobaba que su vida estaba patas arriba. Y todo por estar en el momento que no debía y escuchar lo que nunca en su vida debió de haber escuchado.

El era un hombre de pocos recursos Su padre siempre le decía de pequeño que nunca iba a ser nada en la vida. Se había equivocado. Pertenecía al personal de limpieza del presidente del gobierno de su país.. Eso sí, siempre decía orgulloso que limpiaba en la casa del Presidente de su nación, no en una casa cualquiera. El día en que comenzó todo, Robert estaba limpiando el despacho del Presidente. Eran las cuatro de la madrugada y estaba limpiando la plata, como hacía todos los días. Ordenó todas las cosas y las limpió con esmero y pulcritud. Limpió cristales y sacudió cortinas. Vació ceniceros, el señor presidente siempre tiene su cenicero lleno de colillas. Robert sonrió ante este hecho y pensó en cuantas cosas sabía él de su Presidente que jamás contaría...Lo que él no sabía, es que las cosas estaban a punto de cambiar.

Después de pasar el aspirador y dejar todo impecable, comprobó con una mirada que todo estaba en orden. Salió del despacho y llevó todos sus utensilios de limpieza al cuarto. Robert estaba obligado a limpiar con guantes y siempre llevaba un paño colgando de su pantalón, por si en algún momento se veía necesitado de él no tendría que acudir al cuarto a coger las cosas. Saludó a su compañero Mikel, un joven muy eficiente que siempre iba con los cascos puestos. Robert comprobó toda su zona y vio que todo estaba inmaculado. Cerró las ventanas del despacho y una de las cortinas, cuándo iba a cerrar la otra vio que el zócalo no estaba como debía de estar. Por lo que se agachó a limpiarlo.

En ese momento se abrió la puerta de golpe y unos pasos apurados se acercaron al teléfono. Robert quiso decir que él estaba allí limpiando, pero el miedo a que le dijeran algo lo paralizó. Se echó hacía el lado donde la cortina estaba más encogida y allí se quedó agachado. Alguien entró de nuevo en el despacho. No era normal que a esas horas el Presidente estuviera trabajando, sí es que era el Presidente...porque por ahora...se había descolgado el teléfono pero todo era silencio. De pronto las voces se pusieron a hablar. Era la voz del Presidente de la nación y de su vicepresidente. Y comenzó la terrible conversación.

Robert sabía que lo que estaba escuchando era malo y si se daban cuenta de que él estaba detrás de las cortinas, su vida correría peligro. Hablaron cerca de media hora y Robert intentaba recordar todo lo que estaban diciendo aunque sabía que debería de olvidarlo todo. Su jefe, su amo, era el Presidente, y a él le debía fidelidad. Pero.... ¿a cualquier precio? Cuándo se marcharon, siguió agazapado, muerto de miedo y temblando, pensando en cómo iba a salir de allí sin que nadie se percatara de que él había escuchado todo. Su padre siempre decía que la política era sucia, y estaba llena de mentiras. Robert ahora de pronto recordaba esas conversaciones con su padre, en las que él discutía y defendía a sus Presidentes. Ahora se daba cuenta de que su padre sabía más que él, quizá más por zorro que por viejo...y él aún era joven y creía que el mundo era hermoso.

Permaneció agazapado pensando en la conversación y que debía de hacer...mucha gente podría morir si él callaba...pero... ¿a dónde iba? ¿Qué hacía? Su cabeza daba vueltas mientras intentaba buscar una solución. Cuándo había pasado media hora desde que la habitación había quedado vacía, Robert, salió de entre las cortinas...despacio...inspeccionando todo, aterrado de que alguien lo viera. La estancia estaba vacía. Se acercó lentamente a la puerta y la abrió. Miró a ambos lados y salió. Se dirigió hacía su cuarto para cambiarse y marcharse cuantos antes de allí.

En la sala de los ordenadores, Pierre, estaba vigilando las pantallas. Vio como salía el señor Presidente de su despacho y como al rato, Robert, salía de detrás de las cortinas. Toda la maquinaria se puso en funcionamiento en ese momento. Robert nunca llego a entrar en su cuarto, y jamás nadie supo que había escuchado detrás de las cortinas.

Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado.
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Louis McHenry Howe (1871-1936) Político estadounidense.

7 comentarios:

  1. Sin duda una gran historia, me hace pensar en cuantas historias así habrá en el mundo y nunca sabremos nada, en cuantas personas sospechan de cosas así y los desacreditan como conspiranoicos...

    Besos Midala :)

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  2. Me alegra mucho cada vez que reapareces, Midala.

    Este relato tiene el punto justo de cocción que deja al lector barajando todos los secretos posibles.

    Un abrazo,

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