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miércoles, 6 de noviembre de 2013

CARTA A MI PADRE

Federico daba vueltas alrededor de la mesa sin saber qué hacer. Cogió un papel y un bolígrafo, y comenzó a escribir.

Carta a mi padre

Nadie te enseño a ser padre. Me imagino que lo harías lo mejor que supiste...pero siento decirte papá que te equivocaste y mucho. Odiaba tus silencios cuándo te contaba algo de pequeño...y lo peor...es que los sigo odiando de adulto. Mis inquietudes no te importaban ni te importan. Los demás siempre están por encima de mí. Yo soy un pobre tonto...que no cumplió con tus expectativas. Pero sí con las mías. Aunque siento decirte que...me anulasteis como persona...siempre pensé que no valía para hacer nada y que todo lo que hacía...lo hacía mal. Y lo peor...que lo sigo haciendo de adulto. No...No creo que lo hagáis con maldad...ni mucho menos...sencillamente...las cosas son así. Tenéis un roll de la vida montado en vuestra cabeza que por supuesto no coincide con el mío. No chocamos...ni mucho menos...solo existen silencios ante mis logros, quizás porque no lo valoras o sencillamente porque no te parecen tales logros. Pero aún así...tengo que deciros algo...mi mayor aprendizaje...mis mayores maestros, fuisteis vosotros. Y sin el más mínimo rencor lo digo, no os equivoquéis. Estoy orgulloso de haber aprendido de vosotros lo que me enseñasteis. Siempre hice lo contrario a lo que vosotros me enseñabais y os puedo asegurar...que con mis hijos no me equivoqué. Les dediqué horas del día y de la noche, horas llenas de exclamaciones y adjetivos, de achuchones y abrazos y de admiración ante cualquier nimiedad. Mis salidas de paseo son con mis hijos...no con mis amigos, salimos en familia. Yo me ocupé de que aprendieran a dejarles un espacio a sus padres, un espacio que no es obligatorio...es el deseo de ellos. Y vamos al cine juntos...y de copas...y de cañas...y vemos películas en casa juntos...y las comentamos...todos, no solo unos cuantos. Todos. Aprendí mucho de vosotros...os debo tanto....os debo mi familia. Luche mucho contra mi yo mismo...mi yo interno...de si seguir vuestros pasos o los que me dictaba mí conciencia...pero eran tan opuestos...que me aterraba equivocarme. Pero no me equivoque. Mis hijos crecieron con un te quiero en la boca...yo nunca lo oí. Crecieron con abrazos. Yo no sé lo que es eso. Y sin embargo sé que me queréis. Quizás no como a los demás...a los hermanos que cumplieron vuestras expectativas, pero eso no quiere decir que no me querais. Lo hacéis de aquella manera tan particular que a veces parece todo lo contrario. Hoy te conté que me habían ascendido en el trabajo...y tú respuesta fue...un silencio y....¿que hacen tus hijos?. Papá papá...aun así os quiero, te lo puedo asegurar. A mi tampoco nadie me enseño a ser padre...y...mis dudas y remordimientos por no seguir vuestra educación...fueron muy fuertes, pero tiró más mi intuición...mi corazón...pero me pude equivocar.
Piensa papá que mis hijos no tienen la culpa de ser la viva imagen de su padre. Quiérelos. Ellos no son tontos...son más listos que yo...quiérelos como a los demás nietos...son iguales...aunque a vuestros ojos...sigan siendo mis hijos y los veáis como yo. No os reprocho nada, quizás detalles que duelen y hacen que escriba esto...pero creo que ya no tenéis edad de mandaros esta carta.

Federico...la leyó...la volvió a leer y lloró. No...Ya no era el momento de decirle esas cosas a su padre, ahora ya no. El seguiría cuidando de ellos y soportando las indiferencias...sabía que no podía hacer otra cosa, muy a su pesar. Rompió el papel y cada trozo que rompía era una lágrima derramada hoy...y ayer...y las muchas que le quedaban por derramar.



No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre.
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Sigmund Freud (1856-1939) Médico austriaco.



5 comentarios:

  1. Puede estar orgulloso de lo que ha logrado con sus hijos, que mire hacia el futuro y pase página al pasado tras romper esa carta que al menos le habrá servido apra desahogarse.
    Tan real como la vida misma.

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  2. Hola Midala, me he alegrado de verte en mi casa, pero he aprobado tu comentario y como otras veces me pasa...voló
    Una buena historia con su reflexión, nadie nos enseña a ser padres, pero la vida enseña y aprendemos de los errores. Cuando la intuición es guiada por el amor, de cierto que la educación de esos hijos será fructífera. No todos tienen la misma sensibilidad y hay que disculparlos porque no sabían más.
    Gracias
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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  3. Nadie nos enseña a ser padres, lo hacemos lo mejor que podemos. Feliz fin de semana.

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