Federico daba vueltas alrededor de la mesa sin saber qué hacer. Cogió
un papel y un bolígrafo, y comenzó a escribir.
Carta a mi padre
Nadie te enseño a ser padre. Me imagino que lo harías lo mejor que
supiste...pero siento decirte papá que te equivocaste y mucho. Odiaba tus
silencios cuándo te contaba algo de pequeño...y lo peor...es que los sigo
odiando de adulto. Mis inquietudes no te importaban ni te importan. Los demás
siempre están por encima de mí. Yo soy un pobre tonto...que no cumplió con tus
expectativas. Pero sí con las mías. Aunque siento decirte que...me anulasteis
como persona...siempre pensé que no valía para hacer nada y que todo lo que
hacía...lo hacía mal. Y lo peor...que lo sigo haciendo de adulto. No...No creo
que lo hagáis con maldad...ni mucho menos...sencillamente...las cosas son así.
Tenéis un roll de la vida montado en vuestra cabeza que por supuesto no
coincide con el mío. No chocamos...ni mucho menos...solo existen silencios ante
mis logros, quizás porque no lo valoras o sencillamente porque no te parecen
tales logros. Pero aún así...tengo que deciros algo...mi mayor
aprendizaje...mis mayores maestros, fuisteis vosotros. Y sin el más mínimo
rencor lo digo, no os equivoquéis. Estoy orgulloso de haber aprendido de vosotros
lo que me enseñasteis. Siempre hice lo contrario a lo que vosotros me
enseñabais y os puedo asegurar...que con mis hijos no me equivoqué. Les dediqué
horas del día y de la noche, horas llenas de exclamaciones y adjetivos, de
achuchones y abrazos y de admiración ante cualquier nimiedad. Mis salidas de
paseo son con mis hijos...no con mis amigos, salimos en familia. Yo me ocupé de
que aprendieran a dejarles un espacio a sus padres, un espacio que no es
obligatorio...es el deseo de ellos. Y vamos al cine juntos...y de copas...y de
cañas...y vemos películas en casa juntos...y las comentamos...todos, no solo
unos cuantos. Todos. Aprendí mucho de vosotros...os debo tanto....os debo mi
familia. Luche mucho contra mi yo mismo...mi yo interno...de si seguir vuestros
pasos o los que me dictaba mí conciencia...pero eran tan opuestos...que me
aterraba equivocarme. Pero no me equivoque. Mis hijos crecieron con un te
quiero en la boca...yo nunca lo oí. Crecieron con abrazos. Yo no sé lo que es
eso. Y sin embargo sé que me queréis. Quizás no como a los demás...a los
hermanos que cumplieron vuestras expectativas, pero eso no quiere decir que no
me querais. Lo hacéis de aquella manera tan particular que a veces parece todo
lo contrario. Hoy te conté que me habían ascendido en el trabajo...y tú
respuesta fue...un silencio y....¿que hacen tus hijos?. Papá papá...aun así os
quiero, te lo puedo asegurar. A mi tampoco nadie me enseño a ser
padre...y...mis dudas y remordimientos por no seguir vuestra educación...fueron
muy fuertes, pero tiró más mi intuición...mi corazón...pero me pude equivocar.
Piensa papá que mis hijos no tienen la culpa de ser la viva imagen de
su padre. Quiérelos. Ellos no son tontos...son más listos que yo...quiérelos
como a los demás nietos...son iguales...aunque a vuestros ojos...sigan siendo
mis hijos y los veáis como yo. No os reprocho nada, quizás detalles que duelen
y hacen que escriba esto...pero creo que ya no tenéis edad de mandaros esta
carta.
Federico...la leyó...la volvió a leer y lloró. No...Ya no era el
momento de decirle esas cosas a su padre, ahora ya no. El seguiría cuidando de
ellos y soportando las indiferencias...sabía que no podía hacer otra cosa, muy
a su pesar. Rompió el papel y cada trozo que rompía era una lágrima derramada
hoy...y ayer...y las muchas que le quedaban por derramar.
No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la
necesidad de la protección de un padre.
Puede estar orgulloso de lo que ha logrado con sus hijos, que mire hacia el futuro y pase página al pasado tras romper esa carta que al menos le habrá servido apra desahogarse.
ResponderEliminarTan real como la vida misma.
Magnífica loa, muy bien presentada !
ResponderEliminarHola Midala, me he alegrado de verte en mi casa, pero he aprobado tu comentario y como otras veces me pasa...voló
ResponderEliminarUna buena historia con su reflexión, nadie nos enseña a ser padres, pero la vida enseña y aprendemos de los errores. Cuando la intuición es guiada por el amor, de cierto que la educación de esos hijos será fructífera. No todos tienen la misma sensibilidad y hay que disculparlos porque no sabían más.
Gracias
Con ternura
Sor.Cecilia
Muy bueno. Feliz fin de semana
ResponderEliminarNadie nos enseña a ser padres, lo hacemos lo mejor que podemos. Feliz fin de semana.
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