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martes, 14 de enero de 2014

UN CANTO AL AMOR EN LA MADUREZ ( I PARTE)

Carlos iba a paso rápido. Miraba el reloj cada dos minutos como si con ello fuera capaz de parar el tiempo. Llegaba cinco minutos tarde y ese tiempo era su vida, su alegría y su motivo de vivir. Carlos era un hombre de 79 años, viudo y con tres hijos. Su mujer había fallecido hacía 12 años, y desde ese momento él se encontraba muy solo. Sus hijos se dedicaban a sus familias y aunque los fines de semana iba con ellos a comer, el resto de la semana se le hacía muy dura. No tenía grandes aficiones por lo que podía dedicarse a vender horas...él hubiese vendido muchas de las horas de su vida si ello fuera posible. Su vida era todo rutina, levantarse, desayunar, ir al mercado, preparar la comida...la siesta...la tele...Hasta que un día varió su ruta. Venía del mercado y decidió parar en el jardín a ver como jugaban los niños. Y ahí la vio por primera vez. Estaba una anciana sentada en un banco, en su mano izquierda tenía un pitillo encendido y a su lado estaba una chica de color, leyéndole el periódico mientras ella fumaba. El se sentó en el mismo banco. Escuchaba a la chica leer el periódico y eso le reconfortaba.  Escuchaba la conversación  entre las dos mujeres a cada artículo que se leía. Tenía que poner siempre el punto encima de la i. Era una mujer con clase y culta. La mujer de color era joven, calculaba que unos treinta y cinco. Era esbelta y muy delgada. Sus manos eran perfectas. Dedos largos como espigas y uñas pintadas de azul. Carlos observaba a las dos mujeres con cierto grado de admiración. Entre las dos había mucho cariño y respeto. Cuándo las mujeres se levantaron para marcharse, Carlos se despidió de ellas muy cortésmente y prometió volver.

Y así lo hizo en los días sucesivos. La mujer mayor se llamaba Elena y la joven se llamaba Joanna. Joanna era de Cabo Verde y había venido a España en busca de trabajo. De esto ya hacía 10 años, cuándo en España aún se podía encontrar trabajo. Había conocido a Elena a la salida de un supermercado. Ella pedía en la puerta limosna. Elena tuvo la mala fortuna....o la buena... de tropezar y caer delante de ella, y Joanna le ayudó. Y no se quedó tranquila hasta que la acompañó a su casa. Subieron juntas y Joanna le preparó una manzanilla. Elena se mareó y Joanna enseguida llamó a urgencias y permaneció a su lado en todo momento. Esa fue la forma en la que las dos mujeres comenzaron a compenetrarse. Joanna empezó a trabajar para Elena. Y a día de hoy seguían juntas e inseparables. La mujer joven hacia las labores de su casa, la llevaba al médico...la sacaba de paseo e iban juntas a tomar un café. Estaban bien compenetradas. Elena, había sido pintora y Joanna admiraba lo que la mujer había realizado antes de que la artrosis no la dejara pintar más.

Así fue como las conoció y así poco a poco, fue saltando la chispa del amor en su corazón. Por las mañanas "corría" para llegar antes que ellas al jardín. Le gustaba comentar las noticias  y le gustaba sobre todo, como Joanna se las leía. Hablaban de futbol y de política, de la sanidad, de los recortes que estamos sufriendo etc...Eran conversaciones muy largas entre los tres. Lo que comenzó siendo una amistad de jardín poco a poco se fue convirtiendo en una dependencia hacia ellas. Anhelaba cada mañana, cada palabra que decían...su corazón se volvía a sentir joven y comenzó a darse cuenta de que no era amistad simplemente. Se estaba enamorando de esa mujer. Era consciente de la diferencia de edad pero ello no era obstáculo para él. Se había enamorado de Joanna, la mujer de color que cuidaba de Elena.

Pasaron dos años en los que les unió una fuerte amistad. Elena y Joanna iban a merendar a casa de Carlos y viceversa. Y un buen día, estando en su casa tomando café, fue Elena quién dio el paso.

- Carlos, ¿por qué no se lo dices ya? No estás en condiciones de perder el tiempo...estamos en la recta final, y merecemos ser felices el tiempo que nos queda.

Y fue así como Carlos se declaró a Joanna, con la ayuda de su amiga Elena. Se pasaron la tarde hablando de sentimientos y de las vidas...de cómo cambian de un momento para otro. Joanna declaró estar profundamente enamorada de Carlos, de su madurez, de virilidad, de su sentido del humor, de su caballerosidad, de su educación, de su cultura y su saber estar. ¿Qué más se podía pedir? Carlos estaba feliz.


6 comentarios:

  1. Qué bonito, Midalita. Pero hay una pregunta que se me ocurre cuando salen de por medio las féminas : ¿Carlos tenía mucha pasta?

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  2. Mi querido Don Tella....siiiiiiii, tenía pasta gansa!!! Pero...¿¿porque no darle un voto de confianza al amor??. o....¿se cree usted que todas son como sus primas? jajajjajajajajaja. Veremos lo que acontece....pero por lo de pronto...ya me hiciste reir un buennnn rato. Estos vascos sois la leche!!!!:):):):)

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  3. Pues pienso es un historia bonita, por amor, o necesidad, no lo pero el final uede ser bonito. htt://cosasdemariajesus.blogspot.com te invita a visitarlo un abrazo

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  4. Como cuento es muy bonito

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  5. Me gusta mucho lo que escribes, siempre leo tus cuentos cortos. Saludos

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