"Los meses iban pasando y los años iban transcurriendo. Y
todo seguía igual. Yo seguía añorando los instantes con ella y el poseer una
parte de su vida que no me correspondía, ser partícipe de su día a día con sus
hijos...con su trabajo...con sus amigos. Yo tenía mi vida independiente, mis
amistades, que nunca supieron de ella hasta llegado el momento. Supimos ocultar
nuestras emociones y nuestros sentimientos, tragarnos nuestros remordimientos e
intentamos no destrozar más vidas que las nuestras.
Nuestros encuentros eran en mi casa,
siempre por las tardes o por las mañanas. Cuándo ella podía hacer una escapada,
cuándo el salir de casa no fuera un motivo de extrañeza o de desconfianza. Con
los años los encuentros eran más relajados, ya que sus hijos fueron creciendo y
la dependencia de su casa era cada vez menor. Sus hijos trabajaban y su marido
también. Nosotros lo teníamos por fin ya más fácil. Seguían siendo unos
encuentros llenos de ternura y amor a pesar de los años. Nos queríamos con
locura. Quizás porque no habíamos compartido suficientes horas al día juntos,
puede ser, aunque lo dudo. Lo nuestro era amor de verdad. Un amor que había
llegado un día tarde. Solo un día.
Ana tenía las llaves de mi casa. Era el
día de mi cumpleaños y quiso darme una sorpresa. Nunca creímos que sospecharan
de nosotros. Pero estábamos equivocados. Su hijo mayor, sabía que su madre
tenía un amante. Ese día la siguió y la vio entrar en el portal. Yo aun estaba
trabajando. No pensaba llegar a casa hasta más tarde de lo habitual. Me
resultaban difíciles ciertas fechas sin ella. Y Ana entró en casa. Encendió
velas y sacó de una bolsa que traía comida preparada. Puso un mantel que
encaje, que traía de su casa y guardó la tarta en la nevera. Oyó que alguien
andaba en la puerta, y pensando que era yo, fue a abrir. Pero era su hijo el
mayor, que lleno de rabia y odio, acuchilló a su madre hasta matarla. Cuándo su
ira remitió, se dio cuenta de que era a su madre a quién había matado, no a mi.
Las luces de las velas le habían impedido ver que era su madre no yo, a la que
había asesinado.
Cuando yo llegué a mi casa y vi la puerta
abierta, pensé que ella estaba allí y al abrir la puerta, me encontré a su hijo
llorando agarrado a su madre. El mundo se derrumbó ante mí. Ana estaba muerta.
Me derrumbé en el suelo como un muñeco de trapo, ante los ojos de Alex llenos
de odio y rabia. Lloramos durante mucho rato preguntándonos a la vez el por qué.
Le pedí que se calmara y que llamáramos a su padre. Le teníamos que dar una
explicación. Ana hubiera querido que así fuera. Alex lloraba desgarradoramente culpándose
de la muerte de su madre y me echaba a mí la culpa de lo ocurrido. Yo llamé a
su marido y le inste a que viniera a mi casa inmediatamente, diciéndole
que había ocurrido una tragedia.
La realidad siempre supera la ficción. La
llegada de Alejandro y los siguientes acontecimientos fueron trágicos. Los dos
me culpaban a mí de lo ocurrido pero la mano ejecutora no había sido la mía.
Había que tomar una decisión. Y tenía que ser ya. Alejandro, dijo que sería él
quién se declararía culpable de lo ocurrido. Jamás consentiría que su hijo
fuera a la cárcel. La situación era irreal. Estábamos hablando de quién se declararía
culpable de haber matado a Ana, cuándo ella estaba allí a nuestro lado, mirándonos...con
los ojos aún abiertos.
A partir de ese momento mi vida se
convirtió en un tormento. La noticia salió en todas las noticias y periódicos.
Todo el mundo se enteró de lo ocurrido. Alejandro se declaró culpable de la
muerte de su mujer y yo no volví a querer relacionarme con nadie a partir de
ese momento.
Pasados unos cuantos meses de la muerte de
Ana, en los que los días eran pesadillas, y las horas estaban llenas de angustias,
me llegó a casa una copia de un certificado de unas pruebas de ADN. Alex, el
hijo de Ana, era mi hijo."
El que ama a una casada, puede morir de cornada.
Buen final. Sangriento a la gallega como debe de ser un buen cuento galeguiño de pro.
ResponderEliminarQue ¿porqué? Porque en tu tierra sois, como buenos suevos, muy pacíficos y cariñosos pero simultanemanete muy dados a lo tenebroso. Creo que es influencia del Finis Terrae.
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Realmente sublime.
ResponderEliminarSaludos
Hoooo no me gusta el final,es muy triste.
ResponderEliminarYa lo tendria que pasar mal y encima cargar con la culpa todo x su hijo.
Guauuu que bueno!
ResponderEliminar:-) :-) :-) :-)
IM PRE SIO NAN TE!!!
ResponderEliminarPura bola jaja
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