El pequeño miró asustado como bajaba la escalera. Era del color del
arco iris y se fundía con el color de la hierba y el olor de las flores. Jaco,
pensó que no era real lo que estaba viendo, pero la escalera seguía bajando
hasta que lentamente se apoyó en el suelo. El miró para ambos lados. Sus padres
estaban ocupados en casa trabajando y él había ido al río solo. Nadie lo veía.
Se acercó lentamente a la escalera y la tocó. Estaba caliente por el sol que
caía a plomo sobre el campo. La miró y vio que llegaba hasta el infinito, el
último escalón se perdía entre las nubes. Llamaba su atención poderosamente
esos colores tan hermosos que muchas veces había visto con su padre cuándo
llovía y el sol parecía que quería hacerse un hueco entre las nubes y la
lluvia. Era entonces cuando aparecía ese arco lleno de colorido. El rojo
predominaba sobre todos los colores. Miró de nuevo a la escalera y decidió
subir para saber a dónde le llevaba. A lo mejor...con un poco de suerte,
podrían llevarlo a ver a su hermano. Un día de verano, como hoy, Jaco estaba
con su hermano en el río. Estaban jugando a la pelota y Jaco le dio una patada
y fue a parar al agua. Su hermano se adentró en el agua y Jaco solo recuerda
llantos y gritos. Papá y mamá desde aquella siempre le dicen que mire al cielo,
que su hermano está allí arriba, contemplándolos a ellos y dándoles ánimos para
superar su pérdida. Sus padres le dicen que seguro que está bien, que estará
jugando con los demás niños al balón, y cuándo los eche mucho de menos, los
mirará haciéndose un hueco entre las nubes. Por eso Jaco siempre se imagina a
su hermano feliz, pero no entiende porque sus padres están siempre tan tristes
si su hermanito está tan feliz. El a veces, piensa que si no hubiese tirado la
pelota su hermano seguiría con él. Y sabe que sus padres también lo piensan
porque un día se lo oyó decir a su madre. Ese pensamiento fue el que le dio
fuerza para comenzar a subir la escalera. Quería preguntarle a su hermano si
era feliz, si en esa casa nueva donde vivía ahora lo cuidaban y lo querían
tanto como lo querían en la suya. Subía peldaño a peldaño y los colores iban
cambiando...rojo...amarillo....y de pronto...alguien comenzó a tirar suavemente
de la escalera y Jaco fue subiendo lentamente....contemplaba el prado y podía
ver a sus padres trabajando...las casas de sus vecinos...hasta que ya no pudo
ver nada. Veía solo las nubes. Y de pronto...sus ojos se habituaron a la enorme
claridad que se veía allí. Y vio como su hermano estaba jugando al futbol con
un montón de amigos. Todo el mundo parecía estar alegre y contento. Había
muchas mamás y papás. Jaco llamó a su hermano y él acudió corriendo a darle un
abrazo. Lloraron rieron y jugaron. Su hermano le dijo que no se preocupara por
nada, que él era muy feliz y que las cosas cuándo pasan siempre es por algo.
Los niños pasaron una tarde muy feliz hasta que la escalera volvió a ponerse en
medio de las nubes. Jaco sabía que era por él y miró a su hermano feliz como
jugaba al balón con sus amigos. Comenzó a bajarla mirándolo hasta que lo perdió
de vista.
Jaco abrió los ojos y sus padres lo estaban contemplando sonriendo. Le
acariciaron el pelo y le dieron abrazos. Tenían algo importante que
decirle...un hermanito nuevo venía en camino. El niño miraba a sus padres con
los ojos muy abiertos y recordó la frase de su hermano: todo ocurre por algo.
Se acercó a la ventana y miró a la lejanía pero no vio la escalera. Daba igual,
él iba a estar siempre pendiente de la escalera. Se quitó el pijama mientras
sus padres por primera vez en mucho tiempo sonreían y él estaba completamente feliz.
Después de tanto tiempo, hoy te he visto haciendo un comentario a un amigo común, me ha faltado tiempo para venir a dejarte un fuerte abrazo de bienvenida.
ResponderEliminarCariños en el corazón.
kasioles
Me encantó tu relato, Midala.
ResponderEliminarUn beso.
Un gran relato, lleno de emoción y sentimiento...
ResponderEliminarUn cordial saludo
Querida Midala, ésta es mi semana de la nostalgia, he estado meses sin ordenador (antes era "el sastrecillo valiente") y estoy redescubriendo a mis viejas amistades blogueras. Tú sigues tan fantástica como siempre, el cuentecillo es de una ternura bellísima, me ha encantado. Si quieres visitarme, sigo en "misrelatosyesteblog". Un besiño.
ResponderEliminarHola Midala, estoy floja para sentarme ante la computadora y hace unos días me dije, no puede ser. Lo primero que hice es visitar amigas de la época en que comencé a comunicarme a través del blog.
ResponderEliminarEscaleras al cielo, bello título que como siempre su contenido habla de tu sensibilidad. Felicitaciones.
Gracias por permitirme descubrirte
ResponderEliminarRegresare
Cariños
Ternura y belleza infinita. Como siempre. Abrazo.
ResponderEliminarQue hermosa historia, que forma tan maravillosa de contarla, quisiera encontrare un día una escalera tan bella abrazos mil
ResponderEliminarEnternecedor relato, querida Midala. Felicitaciones.
ResponderEliminarme encanta como escribes y el giro que le das a tus letras
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato Midala, está lleno de ternura y transmite esperanzas. Agradezco tu visita enviándote un afectuoso saludo!
ResponderEliminarPrecioso <3
ResponderEliminarBesos!