El
inspector contemplaba el cuerpo inerte de la joven. Permanecía acostada en la
cama, cuán una frágil muñeca. Tenía un rictus de dolor en su rostro, y el pelo
negro como el azabache, alborotado. Era de una belleza que impresionaba, aún
después de muerta. Delgada, casi podía decirse que extremadamente delgada. Sus
dedos eran largos y huesudos. En uno de ellos llevaba una alianza y en la otra
mano llevaba un brillante del tamaño de un garbanzo. Lo más curioso era
contemplar la escena que presentaba la habitación. Todo estaba pulcramente
arreglado y limpio, nada revuelto, sin embargo al inspector le daba la
sensación de que en la habitación había ocurrido algo.
Se puso
los guantes y comenzó a inspección detalladamente la habitación y después a la fallecida.
No encontraba nada inusual que le hiciera pensar que había sido alguna causa
natural... Sin embargo, algo le decía que en esa habitación había ocurrido
algo extraño. Su instinto le decía que debería de investigar en
profundidad y algo encontraría.
Se
acercó al salón de la casa, donde estaban el hijo pequeño y el marido de la
difunta. El hombre tenía a su hijo en brazos, acurrucado, como si de un bebé se
tratase. Los dos tenían los ojos llorosos y parecía que el dolor era real, Pero
había otra vez algo, que volvía a descolocar al inspector. Se acercó al niño y
se sentó a su lado. El padre, le limpió las lágrimas y le dijo que se fuera a
su habitación. El niño abandonó la habitación no sin antes, lanzar una mirada
de odio al inspector, cosa que para él no pasó desapercibida. Le preguntó qué
había ocurrido, a lo que él contestó, que cuándo llegó de trabajar se encontró
con su mujer muerta en la habitación. Cuándo iba a comentarle que quería hablar
con su hijo para que le dijera si había visto algo, entró el forense en el
salón y comentó que había que hacer una autopsia, pero que a la mujer le había
dado un infarto. El dueño de la casa les pidió respeto y si podían abandonar el
domicilio para poder llorar a su mujer con su hijo sin extraños por el medio.
Todos comenzaron a realizar su trabajo y pronto la casa quedó vacía y en
silencio.
El
hombre llamó al hijo. El niño se acercó a las escaleras y se quedó mirando a su
padre desde arriba. El hombre lo miró y le dijo que bajara. El fue bajando
lentamente las escaleras mientras el padre lo miraba. Se notaba mucha tensión
en el ambiente e incluso miedo por parte del progenitor. El padre le gritó que
había pasado con su madre. El niño contestó que por fin lo había conseguido.
Les había dicho que los mataría y ya había matado a su madre. Ahora solo
faltaba él. Y sacó de su bolsillo trasero un cuchillo de grandes dimensiones.
El padre aterrorizado se levantó y quiso comenzar a correr hacia el niño con
las mismas intenciones que él crio tenía. Pero no le dio tiempo. Cayó
desvanecido en el suelo. Le estaba dando un infarto y le pidió a su hijo la
pastilla. El niño permaneció a su lado, mirándolo, con cara de oído y enseñándole
el cuchillo y pasándoselo por la garganta.
- Igual
que tú murió ella.
El
padre gritó de dolor y tardo instantes en morir.
Mientras
el niño contemplaba la escena y cogía el teléfono para llamar a la policía, y
llorando dijo que su padre acababa de fallecer en las mismas circunstancias que
su mamá, y los dos con pocas horas de diferencia.
Después
se secó las lágrimas ficticias y se acostó al lado de su padre en el suelo y
rompió en una tremenda carcajada.
La creencia en algún tipo de
maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de
cualquier maldad.
Joseph Conrad
(1857-1924) Novelista británico de origen polaco.
Muy bueno...
ResponderEliminarSaludos
¡Qué terrible! Está tan bien escrito que te atrapa.
ResponderEliminarUn saludo.
Buewn día. Este comentario no es para que lo publique sino privado, y quiere ser constructivo. Disculpe mi ignorancia, pero no entiendo por qué le atribuye a Conrad este relato que, evidentemente, no es suyo y que, para colmo, tiene numerosos errores de puntuación y de acentuación (cuán, aún...) y de concordancia (comenzó a inspección detalladamente la habitación)... Por lo demás, la idea es atractiva e interesante, puliendo un poco la redacción y los detalles quedaría un cuento impecable. Saludos
ResponderEliminarSi usted se fija, en todo mi blog, al terminar el relato pongo una frase que va relacionada de alguna forma con lo escrito por mí. En este caso...la frase es de Conrad, solo la frase y no el relato. Aclarado eso...le diré que me disculpe por todas las faltas que puedo cometer y mi corrector "pasa de ellas". En cuánto ciertos asu tos me lo permitan me apuntaré a talleres de escritura :):):)
ResponderEliminarY de nuevo le pido disculpas por publicarlo. Publico todo lo que ustedes me dicen, lo bueno y lo malo.
muchisimas gracias. Un saludo
Esta linda la historia le falta pulir un poco y va quedar de diez.
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