Cojo, enano y manco

El bufón, se paseaba por el palacio con sus cascabeles en la cabeza, como si quisiera anunciar a todo el mundo su cercanía. La gente se reía de él, por ser quién tenía el papel de hacer reír a los demás, empezando por reirse de sí mismo y depués, con cierta ironía, él  se mofaba con cierta ironía de los demás. El Rey y la Reina lo llamaban a menudo para alegrar sus fiestas. Su posición de bufón, iba entre el entretenimiento y el de consejero, se movia en medio de una linea delgada entre lo correcto y lo incorrecto. Sin embargo, él era el único que podía decir cosas que nunca nadie se atrevería a decirle a un Rey. Sus bromas solían guardar verdades muy ciertas. Su privilegio era decir esas verdades, que todos callan.

Esa tarde el bufón estaba triste. Había perdido a su amada y los cortesanos, lo aclamaban para la gran fiesta.
El palacio derrochaba alegría y abundancia. Y él solo podía pensar en su amada.

Entró en la sala principal , donde el Rey lo esperaba, dando vueltas y saltos para alegrar a su amada. La Reina lo miraba y reía a carcajadas. Ese saltimbanqui, cojo, enano y manco, le alegraría la velada.

Te quise mi amor con toda mi alma
más te fuiste olvidandote de que te amaba
me dejaste solo en este mundo,
donde solo veo gente extraña.

Eras fea como yo, más una mano te faltaba
tenías bello en la cara pero seguías siendo mi amada
Otros reiran mis versos, creyendose más agraciados
más no saben que por dentro, no valen nada.



Los cortesanos reían a carcajadas las bromas del bufón, sabiendo que su amada acaba de morír y su fealdad era motivo de burla y sonrisa marcada. Alegres estaban todos y festejaban con abundancia y lujuria lo que en realidad no era nada. Festejaban por festejar, sin importarles nada. Mientras, el bufón recitaba, con lágrimas en los ojos y dando volteretas,  arranca de nuevo, para terminar su gran poema.


Vosotros os podeis reír de mi amada
más ella tenía corazón
y vosotros no teneis nada.
Ella era mujer de un solo hombre
vosotros sois mujeres de la noche
y por ello nunca sereis amandas,
con la misma intensidad,
que lo fué mi enamorada.

Ustedes cortesanas,
ustedes que no valen nada,
lo que darían por sentirse enamoradas
y mí fea y belluda amante
se murió totalmente hechizada
de amor por este pequeño bufón
del que estaba tremendamete enamorada.




Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa....