Ana

Era felíz con su vida. Ese era su resumen, pero....algo le faltaba...algo que no lograba encontrar que era. Sus padres eran maravillosos y sus hermanos también, la armonía  era algo que siempre tenían en casa. No había alti-bajos, todos se comprendían a la perfección y habían logrado superar sus problemas personales y sus diferencias de caractéres.

Ana tenía una pandilla de amigos muy grande.Salían, como hace la gente joven, todos los fines de semana y realmente lo pasaba muy bien. Salían a cenar y después iban a los pub a bailar hasta altas horas de la madrugada.Alguna que otra vez, había llegado a casa algo "perjudicada" pero procuraba al siguiente fín de semana no beber, y en estos momentos, Ana ya no bebía nada. La edad le había enseñado que había cosas que se pueden hacer pero en ciertos momentos y ellos, para irse a casa, tenían que desplazarse en coche.La bebida realmente era un peligro y ahora era Ana la que se ocupaba de dejar a todos sus amigos en casa en buenas condiciones!!! Ana se consideraba una chica de hoy en día. Estudiaba enfermería, lo suyo era vocacional. Le gustaba poder ayudar al projimo. Nunca había pensado si su carrera tendría salida o si encontraría trabajo. Eso no la había motivado. Lo que la motivó, fué saber que podría ayudar a la gente, y quizás cambiar cosas que ella veía y no le gustaban.Por ejemplo, que el paciente no fuera un numero si no una persona, que se les tratara con más cariño y afecto. Quizás esa muchas veces era la mejor medicina.

Ana trabajaba cuidando niños en casas particulares, a la vez que intentaba terminar su carrera, pués le podía dedicar poco tiempo, pués no le sobraban horas. Estaba muy solicitada cuidando niños por la mañana y por las tardes e incluso los fines de semana por las noches, cuándo los matrimonios jovenes quieren salír a divertirse la llamaban a ella. Su nombre fué corriendo de boca en boca y así se hizo una buena clientela.Era conocida por su honradez y su generosidad, su simpatía y su paciencia. Los niños la adoraban y ella intentaba enseñarles, a pesar de su corta edad algunos de ellos, pero no por ello dejaba de repetirles siempre que los juguetes se comparten... que llorando no se arregla nada...que hay que recoger cuándo se juega....Eran cosas que a los padres les gustaba ver. Ana no solo se dedicaba a estar con ellos y cuidarlos. No, Ana les leía cuentos que ella misma escribía y siempre les estaba enseñando cosas nuevas.

Ya lo había pensado mucho. Ya había dedicado muchas horas a ello. Hoy sería el día de comentarlo en casa. No sabía como íban a reaccionar, pero ya nada podía cambiar. Sabía que sus padres...no lo íban a tomar bien...

Cuándo se sentaron a cenar y estaban todos en la mesa reunidos, Ana, se levantó y les dijo:

- Papá, mamá y vosotros mis hermanos que me hicisteis felices todos los años de mi vida, vosotros que compartisteis conmigo toda la vida, os quiero decír, que ahora, la voy a compartír con otra persona. Hoy por fín, tomo una decisión muy meditada. Ingreso dentro de una semana en un convento.

El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.

Madre Teresa De Calcut