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lunes, 31 de octubre de 2011

El señor Juez

Andrés, iba por la calle con su abrigo largo y su sombrero.Elegante. Esa es la palabra que lo definiría perfectamente. Era el dueño de la calle, todo el mundo lo conocía y saludaban con respeto y admiración.

- Buenos días nos de Dios Don Andrés, que tenga usted una buena mañana.

Ese saludo matutino se repetía a cada paso, y el respondía con un gesto tosco, moviendo su cabeza.

Desde pequeño había sido una persona recta y responsable, amante de la justicia y del poder. Le gustaba ejercer esa  autoridad  que desempeñaba la mayoría de las veces, hasta con cierta crueldad.

En esa época, los jueces ,los curas y los maestros eran los dueños de los pueblos. La gente culta. Y se acudían a ellos como si fueran los confesores, asesores y padres. Don Andrés, era extricto y recto.No le pasaba una ni a su mujer. Ese respeto que el creía de sus convecinos, era miedo.

El señor Juez, tenía cierta aversión por Don Federico, el columnista de varios diarios de la ciudad. No le gustaba ni su forma de escribír ni lo que contaba, y mucho menos sus ideologías. Tenía cierta ideas revolucionarias que a veces llegaban a poner a la gente en contra de la autoridad. Don Federíco tenía ciertos detractores y muchos admiradores. Estaba empezando a ser un problema por sus ideas liberales. Pero eso tendría fácil arreglo...Llevaba ya mucho tiempo haciendole la vida imposible y eso se iba a terminar. La ley era él.

El señor Juez caminaba despacio por la calle, consciente del respeto que le tenían. Decidió atajar por un callejón, para llegar antes a su despacho, sin saber que ahí iba a encontrar la muerte. Los despiadados le atacaron con una navajas. Le quitaron su reloj de oro y sus monedas, su abrigo y su precioso bombín.Se llevaron todo lo que tenía de valor el Juez. Era parte de un trato. Qué pareciera un robo y eso de paso...les venía a ellos muy bien.

Al final del callejón, Don Andrés, miraba la escena y daba media vuelta.

En el Cielo dicen Aleluya, porque en la Tierra han dicho Amén.
San Agustín (354-430) Obispo y filósofo.

10 comentarios:

  1. Hola Midala, siempre es un placer leerte, me metes dentro de tus imagenes (con palabras) y al final un broche de oro. Muy bueno . Un abrazo

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  2. Hola Midala!! Muy bueno amiga. Te deja pensando y eso es excelente, si conseguiremos profundizar en palabras como estas lograremos ser mejores.
    Un beso gigante

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  3. Donde las dan las toman. Yo no podría comprar venganza, pero sin duda lo he imaginado mil veces...

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  4. El poder es sólo debilidad disfrazada y se suele poner en tu contra.

    Besotesss!!

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  5. Coincido plenamente con el último comentario, el poder, cuando debe ser exteriorizado burdamente es una contradicción a sí mismo,,,

    cosecharás tu siembra esconde una profunda enseñanza, aunque no siempre es lineal.

    Un fuerte abrazo.

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  6. Gracias mi niña por los besitos. Me voy a currar afortunadamente!

    Pasa un buen día, besosss!!!

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  7. De nada le sirvió al señor juez su abrigo largo y su sombrero...

    Un beso!

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  8. Uaaaauuu, que historia. Bien fácil tienes ya aquí el guión de un film.
    Me ha gustado.

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  9. Vaya forma de terminar una "gloriosa y respetable vida", en un callejón, esquilmado y solo.
    Felicitaciones, Midala.
    Un abrazo.

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