Emilio era un hombre callado y serio. Había sido hijo, esposo, padre y abuelo. ¿Qué más le podía pedír a la vida? . Era medianamente felíz con lo que tenía. En su hogar faltaba ya su mujer. Lo había dejado hacía ya cuatro largos años. Cuatro años de ausencias y de lágrimas. Pilar había sido su compañera de viaje, la madre de sus hijos y él siempre pensó que el primer en marcharse sería él. Pero una mañana de diciembre, ella no se despertó y para Emilio parte de su vida se derrumbó en ese momento. Ella era su bastón derecho e izquierdo, sin ella él no sabía hacer nada. Pero tenía que acostumbrase...sus hijos empezaban a hablar de residencias y él no quería, él quería estar en su casa con sus cosas y así se lo dijo a ellos. Pero los hijos querían convencerlo de que era lo mejor para él, irse a una residencia donde él no tendría que preocuparse de nada. Pero ....el problema es que él no se quería ír. Por lo que pronto empezó a aprender a cocinar...de aquella manera...como diría Pilar... y a estirar la ropa de la cama...a poner la lavadora... Emilio fué rehaciendo su vida y aunque sus hijos le insistían constantemente, -quizás para sacarse una preocupación- de encima pensaba él- si ingreso en una residencia ya ni tienen que venir a verme...- pensaba Emilio.
Emilio, se sentaba delante del televisor largas horas, mirando pero viendo...tan solo hacía recordar. Recordaba desde que conoció a Pilar hasta cuándo llegaron los niños al hogar. Habían tenido 2 hijos y por ellos habían trabajado como burros, tanto Pilar como él. El tenía varios trabajos, para que los niños pudieran estudiar y no les faltara de nada. Les dieron en la vida todo cuánto pudieron. Y se sacrificaron por ellos toda su vida. Habían tenido muchas discusiones entre Pilar y él por culpa de la educación de los niños...ella les tapaba muchas cosas como todas las madres, y él cuándo se enteraba se enfadaba muchisimo. !Tanto como se habían sacrificado por ellos para que ahora le hablaran de residencias....que injusta era la vida...!
Ensimismado en sus pensamientos estaba Emilio cuándo sonó el timbre de la puerta. No esperaba ninguna visita...¿quién iba a ir a ver a un viejo?. Era su hijo, Emilito.
- Hola papá. Vengo porque tengo que hablar contigo. Te necesitamos. Mi familia te necesita. Me quedé en el paro y el banco me va a embargar el piso...no tenemos a donde ír. Vamos a venír a vivir contigo. La unión familiar es muy importante en estos momentos y debemos de permanecer unidos. ¿No te parece papá?
- Claro Emilio. - contentó el anciano pensando ...¿y si me hubieseis metido en un asilo?¿qué hariais ahora?. Qué egoistas son a veces los hijos...4 largos años aquí solo y ahora....me hablan de unión familiar!!!!!!!!
Cria cuervos que te sacaran los ojos
Una historia muy real en estos tiempos de crisis. Los seres más desvalidos son los viejos, los viudos y viudas y los niños, y todo el mundo quiere sacar provecho de ellos, hasta los mismos hijos, es injusto si, reprobable tambien, pero es la condicion humana que es asi, lo llevamos en los genes. Claro que, por suerte para algunos, no todo los hijos actuan así, pero ya conozco varios casos y quien mas quien menos, todos cortados por el mismo patron.
ResponderEliminarBuen relato Midala, y como te decia al principio, muy, muy real y actual.
Cada vez se escucha mas la historia, es tan real...cuantas parejas se encuentran en la misma situación y son los padres los que con su pensión ayudan a esos hijos y nietos a vivir....como dice Nerim no todos actúan por igual...
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un abrazo
En primer lugar, me sorprendió no verme entre los seguidores, si yo había entrado aquí y había quedado maravillado con el blog. ¿Habrá sido en el otro? En fin, el inconveniente está solucionado.
ResponderEliminarEn relación con el relato, es duro, pero real, no se aleja en nada de lo que sucede cotidianamente... eso sí, perfectamente narrado.
Un cariño.
HD
Yo es que no entenderé nunca lo de llevar a los padres a una residencia, salvo casos de fuerza mayor, claro está. Es difícil cuidar de nuestros mayores, a veces se hace muy duro cuando tienen problemas y tú tampoco andas muy sana como es mi caso(sé de lo que hablo porque soy hija única y mi padre falleció de alzheimer y ahora tengo a mi madre año y medio ya con demencia senil), pero no me lo planteo siquiera, no entra en mis parámetros.
ResponderEliminarCoincido en que muy real y actual tu relato, con la maldita crisis de fondo.
Besos
Estando mis padres recién casados, enviudó mi abuelo en el ´72, con 54 años, y mis padres vivieron con el para que no estuviese solo, cuando murió en el 98, quedábamos los tres hijos en casa, y para cuando nos fuimos todos, ya estaba allí mi abuela de la otra parte junto con los biznietos que está a punto de caer el 8º, y durante todo este tiempo, los quince días que mi abuelo estuvo en una residencia porque quedó postrado sin poder moverse, son los peores quince días de la vida de mi madre...
ResponderEliminarya lo he dicho todo.
Muerte roja
ResponderEliminarLa última frase lo resume a la perfección, la vida es injusta y quizás este relato nos llegue ondo porque en estos días estas cosas ocurren en la vida real.
Besos midala :)
Como la vida misma. Hay hijos con un egoismo bárbaro. Se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, o por interés te quiero Andrés, un asquito, vamos.
ResponderEliminarEn mi blog tienes un premio.
Buen finde, besos.
Hola Midala, será pura ficción o no,pero se ve en la vida con más frecuencia de la deseada.Los padres dan todo por los hijos,hasta la vida misma si fuera necesario,pero ellos vienen más cuando necesitan, que cuando no.Pero bueno,así son las cosas,aunque no se puede generalizar,entre varios hijos,alguno de ellos se ocupa de los propios sin dejar a sus padres mayores o enfermos.Mientras otros son egoístas como el del relato que haces.Las crisis ponen a prueba, para que salgan a relucir sentimientos como el amor, o lo contrario que es la indiferencia que es rama del egoísmo.
ResponderEliminarMis saludos para ti.
Es un tema difícil el que planteas, y lo haces de una manera que me parece sumamente acertada; no hay otra forma de afrontar un tema tan "perverso" que la naturalidad, justamente el hecho de transformar esta aberración en algo lento y cotidiano es lo que impacta más (y así es, es una realidad cotidiana).
ResponderEliminarLo que más me queda flotando luego del punto final son los increíbles caminos que emprende una mente humana para justificarse y dormir consigo misma; es loable y temible pensar en esa capacidad de nuestra especie.
Un fuerte abrazo, agradezco tu compromiso para con el espíritu.
Es una ficcion tan real, que la realidad la vuelve ficcion.Triste pero verdadero. Un abrazo
ResponderEliminarHola, paso corriendo por los blog para deciros que mi blog hace una fiesta por tener 1000 seguidores, hay un premio y un vídeo poema dedicado a una gran mujer poeta que admiro y quiero.
ResponderEliminarTe espero con ternura
Sor.Cecilia
Tiene que haber de todo en la viña del señor, como diría mi madre. Hijos egoístas y otros geniales. Es muy crudo lo que dices pero por desgracia demasiado real. Muy buen relato. Un bessito
ResponderEliminarUn relato que nos acerca a verdades muy crudas.
ResponderEliminarMis papás también cuidaron de mi abuelo. Y mi hermana y yo de mis papás hasta su muerte. Aunque esa decisión nos costó que mis otros dos herman@s dejaran de hablarnos hasta el dia de hoy. Así es la vida real. Incomprensiblemente injusta.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Si bien la decisión es interesada, tal vez sea el comienzo del fin de la soledad de Emilio.
ResponderEliminarUn beso.
Mil gracias a todos por contestar a este relato que como bien decis, esta de actualidad dada la situación económica que vivimos. Os contesté dos veces uno por uno....a todos...pero cosas de bloguer...desapareció todo por lo que mi vista ya no dá para más, disculparme todos por no poder volver a repetirlo.Mil besitosss y millllllllll graciasss
ResponderEliminarRelato triste. Hijos interesados, pero quien sabe si es lo mejor para Emilio, con los hijos y nietos cerca se sentira menos solo. Un pacer leerte. Te sigo!
ResponderEliminarHasta muy pronto!
Con Emilito y Cía. don Emilio se irá pronto a reunir con su esposa, eso lo tengo claro. Buen relato, en el que como dijo nuestro Juan Ojeda, la perversión filial no tiene límites.
ResponderEliminarUn abrazo.