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miércoles, 18 de enero de 2012

La cueva

Hacía mucho frío y la humedad se le estaba metiendo por los huesos hasta parecer que se los estaba rompiendo en pedazos. Las manos las tenía de un color negruzco al igual que los pies y ya empezaba a pensar que iba a tener serios problemas. Por más que buscaba una salida no la encontraba. Daba vueltas y parecía que giraba sobre sí mismo, pués siempre aparecía en el mismo sitio.Se acurrucó en un rincón intentando pensar que podía hacer pués el frio lo estaba paralizando. Debía de llevar ahí ya dos días y lo peor era que no había avisado a nadie de que iba a la cueva. Dependía de él mismo el salír a la luz o morise ahí dentro sin que nadie supiera que había pasado con él. No es que fuera un experto, pero le gustaba mucho meterse por sitios reconditos e inaccesibles, le gustaba el riesgo y el subidón de adrenalina, pero esta vez ya no le estaba gustando la situación que estaba viviendo.Se levanto y decidió que lo único que podía hacer era buscar la salida tantas veces como fuera necesario, a pesar del frío y del miedo,a pesar de que se empezaba a encontrar mareado y sin fuerzas. Su vida dependía de él mismo.

Gerardo comenzó a gritar desesperado, con una desesperación que solo la puede producír el pánico. ¡Dios mío, voy a tener una crisis de pánico! y hazto seguido empezó a jadear y a ponerse tieso como una tabla. Estaba entrando en crisis y no sabía que hacer.Se tumbó a duras penas en el suelo helado y cogió una bolsa de plastico donde llevaba varios bocadillos. La vaciò y lentamente comenzó a respirar dentro de ella. Lo hacía pausadamente hasta que llegara a conseguír que su ritmo respiratorio fuera el normal.Intentaba pensar en sus hijos pero eso lo ponía aún más nervioso, por lo que intentó recordar las últimas vacaciones con ellos. Habían ido a Londres, Ana quería ir de compras allí como hacían muchas de sus amigas y él prometió llevarlos si aprobaban todo a final de curso. Lo habían pasado muy bien y su hija se hizo una experta en compras. Había sido una buena disculpa para conercer Londres y poder ír con sus hijos, disfrutar de su compañía y por primera vez, salír juntos de viaje. Empezaba a relajarse y a pasar la crisis cuándo de nuevo le asaltó la idea de que estarían haciendo los niños, llevaba dos días fuera y eso no era normal.Su estupidez lo estaba matando. Siempre tan prudente, tan sensato y..¡se había marchado sin decír a donde iba!No tenía perdón por lo que le estaba haciendo a sus hijos. Seguro que estaban aterrados y sin saber que hacer. Mientras daba vueltas buscando la salida, de pronto, le pareció ver un rayo de luz. Se fué acercando poco a poco y empezó a quitar piedras para ver que era esa claridad.Las manos le dolían pero era su último esfuerzo, pués ya hacía horas que había dejado de sentír los pies y se iba apoyando en las rocas de la cueva.Iba tirando las piedras con desesperación y gritando poseido por un miedo sin control.Era tal su miedo, que no se estaba dando cuenta de que no había rayo de luz por ninguna parte, era una alucinación ,una mala pasada que le estaba jugando el frío y el miedo.

Diez años después, un grupo de amigos, que habían ido de excursión a la montaña, y vieron una cueva desconocida para ellos.Era expectacular, con unas charcas enormes y estalactitas por todas partes. Dieron vueltas y lo miraron todo, fotografiaron todo  e hicieron videos de cada rincón de la cueva. Ya entrada la noche, decidieron que era hora de salír para volver otro día. De pronto, vieron algo tirado en un rincón, se acercaron y vieron que era el cadaver de un hombre. Aterrados empezaron a correr para buscar la salida. Lo que no sabían estos intrepidos amigos, es que la cueva, no los iba a dejar salír. Iban a sufrír el mismo final que Gerardo. Quién entraba a visitarla pagaba el canon más caro que podía pagar: su vida a cambio de entrar y ver la preciosidad que la naturaleza puede crear.


Solamente los que arriesgan llegar demasiado lejos son los que descubren hasta dónde pueden llegar.
Thomas Stearns Eliot

11 comentarios:

  1. Algunas cosas no tienen vuelta atrás, aunque no sea la muerte. Hay barreras que solo se pueden cruzar en un sentido.

    Un relato genial, se lee con avidez, felicitaciones.

    Saludos.

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  2. No he podido evitar recordar que hace 15 días, ha muerto un señor en el puerto de la Ventana, en el norte de la provincia, estaba en el monte, llamó pidiendo auxilio porque la niebla le había despistado y se hacía de noche, no tenía linterna ni nada, le encontraron al día siguiente congelado.

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  3. Me acabas de dejar fría como una roca en la profundidad de una cueva.
    Caray,ahora si veo una gruta incitante,enigmática y hermosa,con lo cobarde que soy,daré media vuelta y ale,ya no habrá peligro.
    Ufff
    Arriesgar está bien,pero siempre con raciocinio.Se nota que soy Capricornio???
    :)
    Besos.

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  4. Extrañaba ts relatos, pensaba ¿como estara? espero qe bien. un abrazo

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  5. Pero no esperaba un final tan cruel para el protagonista, de algún modo me había encariñado con él. Conozco mucho eso de acompasar la respiración y pensar en otra cosa/

    Cruel pero fantástico, le viene como anillo al dedo a la frase que está debajo. Hay que caer a través de los bordes para conocer los límites, es muy posible que así sea.

    Y nos deja otra enseñanza también; todo tiene un precio, y muchas veces en el momento nos enteramos cuál.

    Un fuerte abrazo!

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  6. Nadie sabia que iba a suceder por visitar la cueva, que si tenia entrada, por lógica, tenian que salir, no se vislumbra peligro alguno en ningún momento, por lo cual, para mí, no existe el riesgo. Y claro, si te ponen un tope, por supuesto, que sabes hasta dónde llegas, otra cosa es, saber hasta dónde te aguantan las fuerzas y tienes tu límite pero sin que nadie ni nada te limite.

    Vaya rollo he soltao!!! Jajajajaja.

    Cómo estas? Besotesss!!!

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  7. Hola Midala...una narración interesante...la has hecho muy amena. Moraleja: más vale no conocer las profundidades de la naturaleza y vivir en paz. Es un placer leerte, recibe un fuerte abrazo.

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  8. Midala, Hermoso relato de principio a fin. la frase me encantó
    Un abrazo

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  9. A la montaña, a sus bosques y sus cuevas...si se va solo no hay que arriesgar tanto. Porque de pronto todo puede volverse contra tí.

    La niebla como dice Rubén, más de una vez subiendo al monte y viendo niebla en su cima, he tomado la decisión de regresar...y más en invierno con las nieves y las heladas...

    soy de las que arriesgan, pero siempre con la precaución de dejar un colchón de seguridad tras mis pasos...

    Buen relato.

    Besos guapa.

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  10. No me esperaba el final, en absoluto, y eso es de agradecer. Ahora si que me has quitado las ganas de visitar cuevas jejeje :). Saludos

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  11. Tu relato me ha dejado helada, entretenido, con mucha intriga y un final para aplaudir.
    Un abrazo querida Midala

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