El hombre respiraba agitadamente. Su indumentaria no concordaba
con sus modales. Físicamente era de mediana edad, bien vestido, de traje y
corbata. De cuándo en cuándo, buscaba entre su tráquea y pulmones para escupir
en el suelo esa clase de mocos que solo escupen los grandes fumadores. Fumaba
pitillo tras pitillos metido en su coche y mirando siempre hacia el mismo
sitio, el jardín. Ahí estaba su presa, a la que llevaba semanas espiando. Tenía
controlado su horario, de entrar y de salir del colegio, a la hora que bajaba
al jardín y con quién bajaba. Los domingos por la mañana iba a misa con sus
padres y hermano, pero por la tarde, siempre bajaba al jardín y bajaba solo con
sus amigos. Su madre, de cuándo en cuándo lo miraba desde la ventana y le hacía
señas para decirle que tuviera cuidado con el balón.
No eran
trabajos complicados y estaban muy bien pagados. El solo era uno más de la cadena.
El hombre, hizo un ruido con su garganta, buscando de nuevo algo para escupir
por la ventanilla del coche. Se quedó contemplando su escupitajo como si fuera
un cuadro de Kandinsky. Le faltaban pocos días para cometer su rapto, creía que
ya estaba todo preparado y el momento se acercaba. Sería este domingo por la
tarde. Había estudiado al máximo cada movimiento tanto del niño como de los
padres, sabía la hora de comer, de cenar, de entrar al colegio, y salvo algún
imprevisto, todo saldría bien como siempre. Raptaría al niño tal y lo
llevaría a un pueblecito del extranjero, donde un matrimonio estaría esperando
por él. El tráfico de niños era algo que siempre había existido y él no pensaba
en sus consecuencias, tan solo en el dinero fácil que iba a ganar. No tenía ni
pensamientos ni sentimientos hacia ese niño ni su familia. Su vida se limitaba
a" trabajar". Muchas veces, la gente desaparece y nunca más se vuelve
a saber de ellos. Algunos, eran los niños que él había raptado y estaban en el extranjero.
La prensa se hacía eco de esas noticias porque al ser niños eran impactantes
para toda la audiencia. Estaban durante meses taladrando la cabeza con los
niños, cuándo los niños ya tenían sus vidas de nuevo montadas en el extranjero.
Estos padres,
querían un niño moreno y de ojos verdes, delgado y de padres inteligentes y
este tenía todos los requisitos pedidos. Niños a la carta. Eso es lo que
querían sus nuevos padres.
Pero las cosas se
le iban a torcer, porque ese día, el niño cuándo llegó del colegio, venía con
la cara muy roja y tosiendo. El hombre dio una patada en el suelo de coche y se
oyó un "mierda". Sí, había gritado demasiado alto y la madre del niño
se dio la vuelta y lo miró. Vio un hombre trajeado, metido dentro de un coche
con cara de enojado. Se había oído como blasfemaba por lo que Adela, dedujo que
estaba hablando por teléfono y le habían dado una mala noticia o sencillamente
se había enfadado. La mujer, se quedó mirando para él y a su mente le vino el
recuerdo de su hermano, ya fallecido, pues ese hombre se parecía mucho a él. El
niño tiraba de su madre y la mujer, le puso la mano en la frente y apuró el
paso. Cogió al niño en brazos pues por los gestos parecía que tenía fiebre.
Cuándo el hombre vio
entrar a la mujer en el portal, comenzó a dar patadas en el coche, lleno de
furia y de ira. Se había ido su plan al traste. La mujer se había fijado en él
y el niño parecía estar enfermo. No podía raptar a ese crio sin que lo
detuvieran enseguida. Tendría que hacer una llamada y anularlo, aunque ello iba
a implicar muchas cosas. Ya estaban conformes con el niño, ya habían visto la
foto. Esto iba a traer graves consecuencias para él.
¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los
niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe de ser el fruto de
la educación. Alejandro Dumas
Querida mildala. Eres un encanto, ya me acuesto, tengo que reposar las piernas. Mañana volvberé para leerte sosegadamente
ResponderEliminarGracias
Con ternura
Sor.cecilia
¡Jo!¡Que relato! Igual el secuestrador era aquel hermano que ella pensaba que había muerto y tambien había sido secuestrado.
ResponderEliminarUn abrazo, Midala.
Escribes bien, tu relato va al grano sin ambages ni palabras bonitas. Pintas bien esa realidad que convive muy cerca nuestro.
ResponderEliminarUna pena tu desprecio por el varón, ni tan malo ni tan bueno como cualquier mujer.
Me gusta tu forma directa de relatar.
Un abrazo
Realmente este tipo de historias dan miedo. Todo lo que afecte a niños me aterroriza. El Mundo es, desde la selva inicial, un lugar cruel y nos vamos acostumbrando a él.
ResponderEliminarLo que jamás me acostumbraré es a que se maltrate a un niño, se fisica o sicologicamente.
Dan miedo estos relatos tuyos, Midalita.
Yo, no quiero ni pensar en eso.
ResponderEliminarOjala cada niño desaparecido en la calle hubiese tenido fiebre ese día y se hubiera tenido que quedar en casa.
ResponderEliminarUn beso
No sería extraño que sea fruto de la educación; pues lo único que hay entre un niño y un hombre es eso (y el tiempo).
ResponderEliminarTomando nota de los muchos casos de niños desaparecidos sin dudas esta es una realidad acuciante a nivel mundial. Calculo que una de las peores cosas del consumismo, además de su voracidad, es el hecho de carecer de fronteras para su gobierno; todo puede ser consumido, hasta las almas.
Dentro de todo la historia tuvo un final feliz. No sé si será mi paranoia habitual pero me imaginé que el señor también era un niño robado en su momento.
Un enorme abrazo desde el sur.
Un buen relato, engancha. Vas dosificándo el suspense de manera que el lector siempre se mantenga en tensión.
ResponderEliminarPor una vez hay que alegrarse de que un niño se haya puesto malo y tenga fiebre. Eso le salvó. Y yo me alegro.
Un abrazo
Creo que todo va en la evolución del individuo, temas que no sabe resolver a lo largo de la vida y sus circunstancias y le llevan a cometer estas ruindades
ResponderEliminarBesossss!!!
Un tema escabroso, Midala, al que has tratado muy bien, con sutileza.
ResponderEliminarUn abrazo,
Me ha gustado mucho el relato midala, y lo del escupitajo como el cuadro de kandisky ha sido lo mas jejeje. Saludos preciosa :)
ResponderEliminarUn relato atrapador de principio a fin. Un placer leerte Midala
ResponderEliminarBuen domingo
Un abrazo
A ver cómo sigue...
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