No olvides despedirte de los muertos ( I )

Angel cerró la puerta de la casa pensando que todo había terminado. Echo la mirada hacia atrás y vio a su madre en la ventana, despidiéndose de él con un gesto...y su padre detrás, sollozando.  Atrás quedaban los recuerdos y las vivencias, los amores y los odios, los rencores y los años malos. Había sido una relación de tira y afloja, donde pasaban del amor al odio con una rapidez pasmosa. Y en estos momentos estaban viviendo ese tipo de relación, odiosa. Se odiaban con un odio feroz  e infernal, ese tipo de odio que nace  dentro del cuerpo y cuándo sale...solo deseas matar a quien tienes enfrente. Esa era nuestra relación de hermanos. Así nos llevábamos Juan y yo. Pero no siempre había sido así...cuándo éramos pequeños éramos inseparables, íbamos a todos los sitios juntos y lo compartíamos todo. Hasta que crecimos, y mi hermano quiso compartir también mis novias y después cuando me casé compartió a mi mujer también. Se hacía con todo lo que él deseaba y lo único que deseaba era hacer daño, querer lo mismo que tienen los demás y si yo me había casado...él tenía que estropearlo...él tenía que poseer a mi mujer por encima de todo y de todos. Y en ese punto fue donde se rompió toda relación con él...con mis padres...con mis otros hermanos y...con mi mujer. Yo ahora era un hombre solitario que lo había perdido todo por culpa de mi hermano.

Hace dos días, me llamó mi madre y me dijo que mi hermano se moría, que fuera a despedirme de él, que no dejaba de ser mi hermano...y que él quería que yo fuera...para poder descansar y marcharse tranquilo. ¡Será cabrón!  Márchate, pero no tranquilo. Márchate con tu conciencia sucia por todo el daño que nos hiciste en vida a muchos, márchate pero no con mi perdón...vete y no vuelvas. Eso mismo le dije a mi madre que le dijera. Qué yo no iba a ir a esa casa hasta que él se hubiera muerto. Y eso mismo hice, cuándo él se murió fui a darles un beso a mis padres. Mamá me contó que lloraba y gritaba diciendo que tenía que ir yo a despedirme de él. Qué no entendían de dónde sacaba las fuerzas para los alaridos de dolor que daba. Se enfadó mucho conmigo por no haber ido y papá igual. Dicen que en esos momentos uno olvida todo. Pero yo no lo veía así, Era un cabrón y estaba muy bien donde estaba. En la tierra. En la nada...ahí no podría hacerle daño a nadie....

Esa misma noche, yo me acosté más tranquilo que otras noches, pensando que quién me había causado tanto dolor ya no estaba en este mundo. Casi me estaba durmiendo cuando de repente, se encendieron las luces de mi habitación, la televisión se conectó sola, el ordenador comenzó a arrancar y la radio en la cocina daba las noticias de media noche...Me levanté asustado a desconectar la luz sin comprender que había pasado. Todo volvió a su cauce y la tranquilidad volvió a reinar en casa. Me volví a acostar, voy a ser sincero y diré que con cierto temor. Y al rato, las puertas de mi casa se empezaron a cerrar de golpe, dando unos portazos tremendos. Me levanté completamente aterrado. La puerta de mi habitación no se podía abrir por lo que fui derecho al baño que tengo en la habitación. La bañera se estaba llenando de agua caliente y el vaho que había en él, no dejaba ver nada. En el espejo del baño, había escrito: 

NO OLVIDES

DESPEDIRTE DE LOS MUERTOS