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domingo, 19 de mayo de 2013

Amigo


Egbert y Hagen habían permanecido unidos toda una vida. Les unía un gran secreto que hacía que su amistad estuviera por encima de todo, y Hagen, cuidaba esa amistad, quizás por interés, quizás por conveniencia, quizás porque realmente se consideraba amigo de Egbert. Ahora, en su vejez, aún permanecían unidos, unidos por un vinculo, por una historia...por una tragedia...y por un gran secreto.

 

Fueron detenidos por las SS el el 11 de febrero de 1.942. Egbert era homosexual desde que su memoria ya ni recordaba. Lo había tenido que ocultar toda su vida, como se hacía en aquellos tiempos. Pero él tenía una vida sexual activa. Su compañero, Hagen, pertenecía al partido nazi. El sencillamente era alemán, un alemán en tiempos difíciles donde el era realmente consciente de que no militaba en "el partido" porque no estaba de acuerdo con las ideas que el señor Hitler proclamaba a todas horas, a pesar de que la gente hacía oídos sordos a tanta brutalidad. La población, parecía vivir tranquilamente, la alemana por supuesto, pero las injusticias....la muerte....la miseria...los asesinatos en masa....la brutalidad...se cebaba con la población no alemana. No solo eran judíos....gitanos...homosexuales....deficientes mentales.....prisioneros rusos...gente que incumplía las normas del partido...mataban a destajo sin importarles la raza humana. Egbert era muy consciente de todo lo que ocurría y Hagen, era su amigo. Pero había un tema tabú entre ellos. Hitler y su política de exterminio. Sus encuentros eran asiduos y los dos lo guardaban en secreto.


El 11 de febrero de 1942 fueron detenidos en casa de Hagen por realizar prácticas homosexuales. No importaba que fueran alemanes ni que Hagen fuera militante del partido. Había sido detenido "con las manos en la masa" por un chivatazo de algún vecino. Ingresaron en Auschwitz I recién construida. Allí sus ojos vieron como castraban a los hombres y azotaban a las mujeres, vieron como los experimentos con gemelos y enanos se realizaban sin los ningún tipo de escrúpulos ni remordimientos. Ante sus ojos pasaron todo tipo de atrocidades. Hagen, contemplaba impasivo todo este sufrimiento humano. Conocedor de las "leyes hitlerianas" decía que "esta gente" se lo merecía....que era mejor hacer una limpieza étnica en el mundo. Según él, hay gente que nunca debe venir al mundo, y si lo hace, es para que ellos puedan experimentar y aprender con sus cuerpos. Aunque Hagen había sido detenido con Egbert, estaba claro que el trato que tenía el primero, no era el mismo trato que recibían el resto de los presos. Hagen compartía con Egbert todo lo que él recibía del resto de sus compañeros de las S.S. Los carceleros, por llamarlos de alguna forma, simpatizaban con Hagen, ya que había cometido "un gran desliz" pero era uno más de los suyos, por lo que lo proveían de alimentos y tabaco que él compartía con Egbert. La amistad estaba por encima de todo, incluso por encima de muchas de sus ideas.... ¿O...no? Egbert era alemán como él. Rubio esbelto y de gran atractivo. Nada que ver con los judíos ni gitanos. Además ellos no hablaban de las teorías hitlerianas.


El 8 de Mayo de 1945 dio por terminada la segunda guerra mundial. A pesar de ser alemanes los dos, Hagen, con la ayuda de sus amigos de las SS, se hizo pasar por judío. El le decía a Egbert, que él no tendría problemas, pues no estaba afiliado a ningún partido, pero si se enteraban de que él pertenecía a las SS le harían un juicio injusto y lo matarían. Ahora ya no tenía la ayuda de los suyos y tenía que buscarse la vida. Le dieron un pasaporte falso, perteneciente a un judío fallecido en Birkenau. Y esa fue la forma en la que Hagen, salió airoso del final de la segunda guerra mundial. Egbert pasó unos años recluido, a pesar de demostrar que no pertenecía  a las SS fue apaleado torturado y encarcelado, por ser alemán.Egbert no acudía a verlo ya que tenía miedo de que se dieran cuenta de su gran mentira. Sin embargo, mandaba siempre a alguien en representación de él y le daban comida y dinero. Le decían siempre que Egbert lo estaba esperando en Brasil y le prometían todo tipo de ayudas.

Y así fue, cuando Egbert fue liberado, lo fueron a buscar y lo llevaron a Brasil. Allí lo estaba esperando Hagen como había prometido. Y la vida continuó. Vivían juntos, la gente pensaba que como amigos, cuando en realidad eran amantes. Hagen se ocupaba de los menesteres de la casa, y las múltiples reuniones que Egbert hacía en su casa, él era el encargado de organizar todo y de que sus invitados se sintieran a gusto. En un principio, él pensó como bien le había dicho Egbert, que eran compañeros que los habían ayudado, a los dos, porque el también se había beneficiado. Y Egbert no quería llevarle la contraria ni discutir de temas ya pasados. Su relación funcionaba y realmente a él no le faltaba de nada. Hasta que un día, en una de esas reuniones, oyó algo que nunca debió de oír. El movimiento Hitleriano se estaba levantando de nuevo, con antiguos militantes del partido. «Soy de la opinión de que el completo exterminio de los judíos en Europa, y fuera de ella, en todo el mundo si es posible. Ese fue el momento en el que Egbert pensó que no debía de guardar más su gran secreto. Su amigo, no era judío. Y estaba levantando de nuevo su partido.
Sabía que había una organización que se dedicaba a buscar antiguos militares nacis. Comenzó buscar información, a frecuentar los suburbios de Brasil, a preguntar a los judíos…La angustia de Egbert era cada vez mayor por encontrar a alguien a quien delatarlos, que pudieran parar esa barbarie de nuevo. Escribió en un cuaderno todos los datos de la gente que entraba en casa, con sus actuales nombres, y las palabras justas que había oído. Ese cuaderno vivió con él muchos meses, y por supuesto, su compañero nada sabía de él.
Una noche conoció a un anciano, judío, que le prometió ponerle en contacto con la persona adecuada. Esa misma noche, un ángel cuido de que lo que él pretendía, llegara a su fin. Entrego el cuaderno a ese hombre judío. No podía llevarlo tanto tiempo oculto. Envuelto en una tela roja, sucia y gastada del roce de sus ropas, se lo entregó al anciano diciéndole que él era el encargado de dárselo a la persona adecuada. Ese cuaderno era la llave para encarcelar a personas de las SS, que actualmente estaban preparando de nuevo el exterminio de los judíos en el mundo. El anciano, con la libreta en la mano, puso en movimiento la maquinaria para que esa libreta llegara a su destino.


Egbert, esa noche, llegó a casa tranquilo y por fin respirando. Hagen estaba reunido, por lo que no habían notado su ausencia. Pero Egbert lo mandó pasar al salón. Sumiso, entró y pensó en grabar en su memoria todo tipo de rostros nuevos que estaban hoy reunidos. Lo único que pudo grabar en su memoria Hagen, fue una pistola que su amigo desenfunda y le apuntaba a la sien.


La maldad vive entre nosotros…habita en nuestro entorno…la maldad…somos nosotros. Midala



4 comentarios:

  1. ESte tema hoy, es bastante discutido, ante la legalización de sus uniones que buscan los homosexuales, y la oposición de los integristas, que no reconocen que las minorías también tienen derechos; pero yendo al meollo del cuento, muestras la condición humana,que es pérfida y traicionera, en la conducta de uno de los personajes liminares de tu relato. UN abrazo. Carlos

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  2. Un gran relato que sabe tratar un tema siempre complicado...

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  3. Abordas un tema eterno, Midala y lo transitas con pericia. Buen trabajo para un tema oscuro.

    Un abrazo.

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  4. Te expresas con una facilidad envidiable. Realmente se te da muy bien escribir.
    Lo haces con una soltura...
    Me gustaría que te pasar por mi blog. Tu opinión sería de gran ayuda.
    Un besazo!

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