“Dicen que se pilla antes a un mentiroso que un cojo.
Mi nombre es Juan y tengo 28 años.
Pertenezco a una familia de clase social alta. Mi padre tiene negocios que
heredó de su abuelo y en un principio mi vida era idílica. Vivimos en las
afueras, apartados del ruido de la ciudad. La calma solo era interrumpida por
los múltiples hombres de negocios que visitaban habitualmente a mi padre. Yo
siempre había estado interno en un colegio bilingüe en el extranjero y mis
visitas a casa eran en el verano y navidades. En esas fechas señaladas era
cuándo yo disfrutaba de la compañía de mis padres y del calor del hogar.
Teníamos dos perros, Whisky y Ginebra, que así se llamaban por ser la bebida
preferida de mi padre. Todo era perfecto. O eso me parecía a mí....
Cuando tenía 18 años, en las vacaciones
del verano, me fui para casa de mis padres. Iba a celebrar mi 18 cumpleaños y
estaba pletórico de alegría. Iban a venir muchos de mis compañeros a la fiesta
y después saldríamos, pero mis padres querían hacer una cena en casa y yo no me
negué siempre y cuando después pudiéramos salir. Y ellos a eso tampoco se
negaron. Para mi madre fueron unos días de ajetreo y yo al verla feliz lo era
yo también. Siempre fui educado con unas normas muy estrictas y yo las
aprobaba, no estaba en desacuerdo con ellas. Nunca fui una persona de beber o
de salir y drogarme, que si un tripi que si un tiro o un porro. No, yo pasaba
de esas amistades. Sencillamente no me habían educado así y yo creía que estaba
bien, que mi futuro lo tenía resuelto con los negocios de mis padres, pero que
los estudios no me sobraban, independientemente de que siempre me había gustado
estudiar. No era un sacrificio para mí. Y por supuesto que alguna borrachera ya
había cogido, pero a la segunda...dije que nunca más. Esa sensación asquerosa
de mareo-vomitona...hablar por los codos sin saber lo que
dices...inestabilidad...no, como que no. Que a mi no me iba. O sea que tampoco penséis
que era un muermo de la vida. Los porros también los había probado. Solo una
vez. Ese cuerpo desmadejado...ese no querer saber nada del mundo...esa apatía...tampoco
iban conmigo. O sea...que mi secreto era ese. Y lo tenía bien guardado. Mis
padres nunca sabrían que yo lo había probado con sus limitaciones, pero había
probado lo que hay fuera de casa...lo que ellos no querían que yo probara,
porque decían que ese era un mal camino. Y tenían razón. Ese era un mal camino.
Mi cumpleaños resulto muy divertido porque
aunque mis padres estaban en casa nos dejaron bastante solos a la hora de la
cena y después ya nos íbamos de marcha. La verdad es que para ser mis padres
estaba muy poco con ellos, pero sabía que en cuanto terminara la carrera, ya
tendría mi futuro organizado y podría disfrutar más de ellos. Salimos de casa a
divertirnos. Fuimos a varios pub a bailar, nos juntamos con más gente y lo
pasamos bien.... Me tenían preparadas varias sorpresas y fuimos a lo largo de
la noche de risa en risa. Y terminamos a las 5 de la mañana en una casa de
citas donde mis compañeros tenían contratado un estriptis para nosotros solos.
Era la primera vez que íbamos y...resulto muy divertido y muy gratificante para
la vista. Cuándo ya salíamos, entre risas, pasamos por un salón. Estaba
en penumbra. La decoración era en negro y rojo. Los sillones y la alfombra,
eran rojos. Había un espejo grande en el techo y las paredes pintadas de negro.
Eso fue lo primero que me llamó la atención. Lo siguiente, fue un grupo de
hombres. Estaban hablando a la vez que fumaban y esnifaban. La cocaína estaba
repartida por la mesa. Cada hombre tenía su montoncíto de cocaína. Podía verlos
a través de un cristal que daba al pasillo y tenía las cortinas a medio correr.
Di un paso hacia atrás para mirar bien la escena. Mis amigos me gritaban para salir
pero algo llamó mi atención. Miré a los hombres. Uno de ellos era mi padre. Detrás
estaban unas mujeres desnudas, bailando al lado de ellos. Estaban de cocaína
hasta las cejas. Una de las mujeres era mi madre y no le bailaba precisamente a
mi padre. Me temblaban las piernas pero seguí mirando la escena. Mi padre
estaba colocado hasta la médula. Y mi madre estaba en brazos de otro hombre.
Todo eran gritos... risas... palabra nunca oídas en boca de mis padres...
Uno de los hombres se levantó y yo me eche
hacia atrás para que no me vieran. Cerró la puerta que estaba entornada y
corrió las cortinas. Me senté al lado de la puerta a ver si escuchaba algo. Y
si lo escuché. Estaban hablando de un alijo grande de cocaína que iban a traer.
Llegaría el martes 17, y entraría en unos contenedores. El que hablaba era mi
padre. ¡Esos eran sus negocios! Nunca hubiese pensado eso de mis padres. Pero
ellos tenían secretos...secretos muy serios, y me habían tenido engañado toda
la vida con sus mentiras...negocios del abuelo... ¡.mentiras! Todo eran
mentiras...
Tenía todo en mi mano para denunciarlos.
Sabía que día llegaría la mercancía y donde. Cogí el móvil y llamé a la policía.
Los denuncie. Cuándo salió el juicio les cayeron 30 años de cárcel. Era
el mayor alijo de droga incautado hasta ese momento. Nunca quise ir a ver a mis
padres ni quise saber nada de ellos. Terminé mis estudios y me puse a trabajar.
Trabajo en lo que puedo. Mi vida es tranquila. Vivo en un piso alquilado con mi
novia y hay meses en los que el dinero no nos llega para pagar los gastos
mensuales. Jamás recurrí a las artimañas de mis padres para vivir mejor.
Destapé sus secretos y sus mentiras."
Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más
grande se vuelve. Martín Lutero (1483-1546).
Me gusto mucho tu relato. No se si lo que cuentas es realidad o ficción. Si fuera realidad hay algo que sí hicieron bien tus padres, el criar un hijo con grandes valores. Te felicito.
ResponderEliminarUff es complicada la decisión del protagonista. Estoy segura de que si fuese al contrario, si el padre le descubriese a él no le habría denunciado... Complicado jejeje. Un beso guapa!!
ResponderEliminarAl final casi todo se destapa, no vale la pena vivir de esa manera.
ResponderEliminarMe ha gustado tu escrito.
Un saludo.
Lo que importa es sentirse agusto con un@ mism@ .. Valiente decisión por la parte del protagonista.. Un saludo!
ResponderEliminarOs invito a conocer mi pequeño Blog..
http://eldyabloesrosa.blogspot.fr/
Consejos vendo pero para mi no tengo, es la educación que pusieron en el hijo, pero al final los hijos repiten conductas no consejos. No siempre como vemos en tu relato.
ResponderEliminarBesos y feliz semana
A mi parecer el hijo les salvo la vida, porque los capos en algún momento mueren asesinados.
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