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miércoles, 4 de abril de 2012

La proposición (I parte)


María, era madre de tres hijos y esperaba un cuarto. Estaba todo el día metida entre mocos, pañales y comidas. Rubén era muy bueno, pero no dormía nada por la noche y Juan era demasiado travieso. No le dejaban un minuto de paz. Cuándo su marido llegaba a casa por las noches, ella estaba agotada y cansada de tanto pelear con los niños, de llevarlos a la compra …de vestirlos...bañarlos...darles la comida...la cena...acostarlos y hacer todo lo de casa. No es que protestara, no, otros lo tenían peor, pero estaba cansada como para tener otro hijo. Su marido, José, trabajaba en la fábrica y su sueldo no es que fuera gran cosa, tenían lo justo para vivir. Acababa de salir al mercado, un aparato que lo estaban comprando todas sus amigas y comentaban que era increíble, era la televisión, y tenían muchas ganas de una. De todas formas, María, era adicta a la radio. La tenía puesta a todas horas y le encantaban los programas. Mientras cosía, solía escuchar las tertulias o música, que siempre había alguna cadena donde tenían música las 24 horas.

Ahora tenía que decirle a su marido, que de nuevo estaba embarazada, cuándo aún Marita, tenía 16 meses. Otro niño más iba a ser un problema. Ni ella tenía más manos ni su marido más sueldo. Nadie dijo que vivir fuera fácil y esto tampoco era una desgracia, intentaba María auto-convencerse, pero por más vueltas que le daba más complicado veía todo. Esa misma noche, lo habló con su marido y se disgustaron los dos mucho. Era imposible que las cuentas salieran. Después de muchos lloros y malas caras, llegaron a la única conclusión posible: donde comen cinco, comen seis.

Comenzó las visitas a su médico y los meses fueron transcurriendo con toda normalidad. No había tenido ninguna complicación en sus anteriores embarazos y este llevaba el mismo camino. Respecto a la economía familiar, tendrían que estirarse,  pues José había ido a su jefe a pedir un aumento del sueldo, a lo que le habían dicho que imposible. Qué si todos los que van a tener un hijo piden un aumento de sueldo ¡estaban apañados!

 Una tarde, que iba a visitar a su médico, con sus tres hijos, una enfermera, se le acercó y la mandó pasar a la sala de consultas. Estaba ella sola con la enfermera y pensó que algo había salido mal en su análisis, a lo que la enfermera le dijo que no. Qué quería comentarle que había una solución para su problema. Había un matrimonio joven, de un pueblo de Jaén, que no podían tener hijos y que estaban ansiosos por poder adoptar. María, nunca había pensando en esa posibilidad. Dar a su hijo en adopción...

- No - le dijo la enfermera - a usted le pagarían por adoptar a su niño, la cantidad de 200.000 pts. Es una familia de mucho poder adquisitivo, por lo que le darían un donativo muy importante como usted puede ver. Piénselo. Coméntelo con su marido y ya me dirá la siguiente revisión que venga, pero no tarden en decidirse.

María se lo comentó esa noche a su marido. Los dos estaban estupefactos, pues jamás habían pensado en esa posibilidad. El dinero les vendría muy bien, quizás podrían tirar unos años con una buena situación. Quizás así podrían comprarle a Rubén su primera bicicleta y a Marita una muñeca y a Juan el camión de bomberos y para ellos la televisión...eran castillos en el aire...pues cuándo se dieron cuenta de lo que estaban comentando inmediatamente comenzaron a llorar. Era imposible vender a su hijo. Ya saldrían adelante de la forma que fuera, donde comen cinco...comen seis... Y el asunto quedó zanjado.

En el momento de dar a luz, María tuvo una niña, una niña preciosa. Regordeta y toda completa, no le faltaba nada. Le pondrían de nombre igual que su difunta madre, María del Carmen. Entró la enfermera con la que había hablado y se llevó a su niña en los brazos. María, estaba contenta de la decisión tomada. Había sido la acertada.

Horas después, entró de nuevo la enfermera y le dijo muy consternada, que su hija había sufrido una complicación respiratoria y había fallecido.

María y Juan nunca se recuperaron de la pérdida de su hija. María la lloró el resto de sus días.

"Los hijos, son la riqueza de los pobres." 

12 comentarios:

  1. Esto ha ocurrido demasiadas veces en los últimos 30 años gracias a las complicidades de monjas, comadronas, médicos y enfermeras.

    Y ahí están por toda España tratando de hallar a los responsables porque los niños nunca fallecieron sino que fueron vendidos, recién nacidos.

    Post muy oportuno, Doña Midalita. Un millón de besos.

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  2. Que mala suerte caray, el que quier no puede, y el que puede tiene problemas, grrrrrr. mil besos

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  3. Aleccionante, esta parte del cuento...Vender un hijo... más puede el amor...esperaré la segunda entrega con ansiedad. Un abrazo. carlos

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  4. Es muy cruel cuando las personas se quieren aprovechar de otras en los momentos de mayor debilidad; cuando tengo noticias de cosas por el estilo quisiera que sea absolutamente cierto eso de que "Todo vuelve, lo que hacemos nos vuelve".

    Sospechosa esa muerte repentina; por aquí me quedo esperando la continuación,

    Un enorme abrazo!

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  5. Muy de actualidad tu relato, Midala.
    Un abrazo.

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  6. Aquí hay gato encerrado...¿Lo soltarás en la segunda parte? ¡Aquí estaremos para atraparlo! :-D

    Un beso!

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  7. Me suena a uno de esos miles de casos que van saliendo a la luz en España, en el que robaban a los niños de sus padres diciéndoles que habían muerto...
    María del Carmen crecería en otro hogar y gratis...
    Qué terrible,¿verdad?
    Besos.

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  8. Hummmm...no me creo esa fatalidad pero ni un poquito.

    Besosssss!!

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  9. Madre de Diossssssssssssssssss

    No existe dinero en el mundo que pueda comprar a un hijo.

    Las madres dan hasta la vida por sus hijos y si hay que pasar hambre se pasa y si alguien tiene que sacrificarse son los mayores, que nadie les pidió permiso para traerlos al mundo.
    Por mucha que sea la miseria no lo acepto, con uñas y dientes escarbo la tierra por mis hijos.

    De cuantos horrores está llena la historia y tú espectacularmente los describes en tus relatos.

    Besitos, Midala.

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  10. Valientes padres, pero Midala ¿porque tengo la sensación de...me la veo venir; esperaremos la segunda parte.
    Un abrazo y buen fin de semana. Un abrazo

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  11. Perder a un hijo es algo que no se puede olvidar.
    Sea del modo que sea, todos, sin excepción son traumáticos.
    Una sensación que te persigue por el resto de tus dias, aunque sonrias, aunque luego puedas volver a ser feliz, siempre hay un momento en el que te viene a la memoria...

    A ver como nos planteas la segunda parte...

    Besitos mediterráneos.

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  12. Muchos niños fueron los robados de esa manera...

    Besos.

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