Aurora contemplaba su rostro en el espejo y lentamente peina su
cabello, que hoy era blanco. La vejez había asomado su cabeza sin que ella se
diera cuenta, es como si hubiera aparecido de repente, no se percató de que
entraba hasta que ya era una anciana. Había pasado por todas las etapas de la
vida y eso ya era un lujo que no todos podían contar. Por el camino había
perdido a amigas....familiares....padres...un hermano.... y ahora recordaba
toda esa parte de su vida, con inmensa pena. Hoy no tenía un día muy bueno,
estaba cansada y no se encontraba muy bien, quizás por eso estaba haciendo un
repaso mental de su vida.
Cuándo su marido se había muerto, se había tenido que poner a
trabajar, para poder sacar adelante a sus dos hijos. Habían sufrido mucho. Ella
era muy joven y su marido se había muerto demasiado pronto. Su vida había
transcurrido entre la casa de los señores y su casa. Se pasaba el día
trabajando, almidonando la ropa y limpiando la plata, cocinando, planchando y
llegaba extenuada a su casa para volver a comenzar de nuevo su trabajo. Pronto
la habían dejado también sus padres y cada vez se veía más sola en el mundo,
sola con los dos niños y sin nadie en quién apoyarse, sin nadie con quién poder
hablar y sin nadie que le ayudara a comprender que la vida....es así...y que
ella tenía que seguir adelante.
Se fue haciendo mayor demasiado deprisa...casi sin percatarse que el
tiempo pasaba y los años estaban encima, y de pronto se vio con que le dolían
las rodillas y no podía andar bien, que los huesos de sus manos se estaban
torciendo y que muchas veces el dolor le impedía levantarse. Se dio cuenta de
sopetón de que era mayor....de que de esas 5 amigas que bajaban a jugar a
las cartas al mismo café de siempre, ya solo quedaban dos, ella y Emilia. Las otras
tres se habían muerto y las habían dejado solas...ya no jugaban a las
cartas...miraban a su alrededor y contemplaban a la gente esperando
verlos al día siguiente de nuevo. Eso sería buena señal para todos, sería que
aún seguían en el mundo de los vivos.
Aurora aún se veía muy joven a pesar de sus 85 años...demasiado joven
para dejar este mundo. No tenía ganas de abandonarlo, aún tenía muchas cosas
que hacer y muchas cosas por vivir, aunque a veces, la melancolía y la tristeza
hicieran mella en ella y apagaran todo atisbo de alegría y ganas de vivir.
Aurora contemplaba su rostro en el espejo, sus canas...sus
arrugas...sus manchas...sus enormes surcos que le fue dejando la tristeza y
pensaba que aún era una mujer bella con una enorme sabiduría, la sabiduría que
da la vida, que da la lucha por sobrevivir, la pelea diaria de sacar adelante a
tu familia y la lucha porque permanecieran todos unidos, como la gran familia
que son.
Decidió sentarse en una silla hasta que llegara la hora de salir a
tomar el café con Emilia. Y haciendo un repaso de toda su vida...su fue
apagando...se fue alejando del mundo de los vivos para entrar en un mundo al
que ella no hubiera querido irse hasta muchos años después.
No ha de ser dichoso el joven, sino
el viejo que ha vivido una hermosa vida.
Disculparme la
tardanza en visitaros, pero estoy pintando la casa y mi tiempo escasea…espero
terminar en 15 días y ponerme ya las pilas…merezco una colleja…loooooo
seeeeeeeee , pero esto de pintar….agotaaaaaaaaaa!!!!!Besos y mil
disculpas!!!!!!!
Esa abuela es la representación de cientos de miles de mujeres que pasan su vida sacando a los demás adelante.
ResponderEliminarBuen relato, Midalita.
Midala un relato triste, al principio pensé que era justo lo que me pasaba a mi, que los años se me han echado encima y no me he enterado, me miro al espejo esperando encontrar a la misma de siempre, la de 15 o 20 años, y me encuentro con una señora que me mira seria.
ResponderEliminarPero bueno aún no tengo 85.
Espero que te quede la casa muy bien, verás como todo tiene su recompensa.
Besos.
¡¡hala!! a seguir pintando la casa, que minuto que pierdes no puedes estar pensado en otras cosas, ese trabajo es cansado y absorbente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por desgracia, todos tenemos que pasar por el mismo lugar antes o despues...un buen relato, tierno y lleno de una gran ternura...un besote preciosa.
ResponderEliminarLa Vida el inexorable paso del Tiempo.
ResponderEliminarLas compañías que van quedando por el Camino y las cosas que, aún, quedaban por hacer.
¡Es la Vida!
Un abrazo.
Qué bello relato, una mujer que hace un repaso a su vida, una mujer que sufrió mucho quedándose viuda muy joven y tuvo que sacar su familia adelante, qué tierno me ha parecido, y qué final, como la vida misma, la muerte siempre nos espera.
ResponderEliminarUn beso.
PD.- Estate tranquila, se visita cuando se puede, primero están las obligaciones.
Llegar a viejo es un lujo, no una desgracia, siempre y cuando puedas valerte por tí mismo.
ResponderEliminarBonita moraleja ;)
Y que te sea leve...
Jajajaj, ya decía yo, donde estará Doña midala, donde'andarááá, jejej. Bueno buen relato, me emocionó, es cierto dichoso el viejo que vivió para los demas y para sí cuanto pudo.
ResponderEliminarCuidado con la espalda y el cuello, sobre todo al pintar los techos que son muuu joios.
Saluditos y de collejas nada de nada.
Midala, a pesar del sabor a tristeza que se nos queda al finalizar el relato, no cabe duda de que en él has logrado trazar toda la trayectorial vital de miles de mujeres que han de enfrentar una vida colmada de calamidades.
ResponderEliminarMuy buen trabajo.
Un abrazo.
P.D. Que te quede bonita esa pintura; aunque si pintas con la misma pasión que escribes, ¡malo será! ;-)
Un excelente retrato de la abuela de siempre ?
ResponderEliminarMark de Zabaleta
Tu relato es el una vida, una vida que se cumple, se completa, y tiene la suerte de querer vivir más. Es una buena muerte, aunque bien lo sabemos, a nadie le gusta que llegue ese momento.
ResponderEliminarMe hace acordar el cuento de un autor que no logro recordar, "Relato de una buena muerte".
Lo has pintado muy bien Midala.
Un abrazo y una suerte que estés de vuelta.
Mi querida Midala...me encantó el relato...Aurora es el vivo ejemplo de la mayoría de mujeres que dedican su vida entera a hacer más fácil la vida de los demás y que se olvidan de su propia existencia...es un placer visitarte, recibe mi cariño de siempre.
ResponderEliminarTu nunca mereces una colleja. Eres fantástica y los que te conocemos aunque sea un poquito, sabemos que eres como Aurora, la de tu relato. Capaz de desvivirte para lo todo el mundo se sienta bien en su vida.
ResponderEliminarVuelve cuando puedas... me recuerdas a mi el año pasado pintando la casa... que pereza, no terminaba nunca.
Besitos mediterráneos.
Un bello relato mi querida midala, la muerte nos llega como un ladrón, de hecho la abuela sabía que mucho no iba a vivir, esos recuerdos hacen mella, quier uno o no quiera.
ResponderEliminarEstoy sin tiempo, a penas puedo atender a los que me visitáis.
Gracias por estar siempre a mi lado
Con ternura
Sor.Cecilia