Antonio sabía que era su último día. No tenía ya esperanzas de
acabar su vida en esa casa. Hoy era el día en el que el banco se haría cargo de
su vida...de sus cosas....de sus sueños y de sus vivencias...de sus
recuerdos...hoy le robarían todo. Todo había sido un cúmulo de mala suerte. Una
cadena de infortunios. Su pensión era baja, por no decir bajísima,
cuatrocientos euros que no le llegaban a nada. Pero en esa casa había
nacido su madre, y él, esa era la casa familiar de su familia. Su padre y
su madre habían tenido que trabajar mucho para poder comprarla y al final con
mucho sudor habían logrado que fuera suya. Y Antonio había vivido ahí toda su
vida, primero con sus padres y después el solo. No conocía nada más que ese
barrio y las paredes de su casa...con las fotos de sus padres colgadas por la
pared...y el olor a humedad....la cocina con sus muebles de toda una vida ya
desvencijados por el paso del tiempo...y la cama de sus padres...que a pesar de
los años ahí estaba...en la habitación de Antonio, presidiéndola, aguantando
las penurias y las lágrimas derramadas en los últimos días. Era un testigo mudo
y silente de su sufrimiento.
El buen corazón de
Antonio fue el que lo llevo a la situación en la que estaba. Su único amigo de
la infancia, Robustiano, quería pedir un préstamo y Antonio se brindó para ir
de avalista. Su amigo nunca le fallaría, esas cosas ni se dudan, ni se
piensan...Pero su amigo le falló. Se murió y sus hijos no pagaron el préstamo
del padre. Y el banco ahora iba a quitarle el piso a Antonio. Lo único que
tenía en este mundo.
Estaba conmovido
por las enormes manifestaciones de ayuda que le habían surgido de gente
desconocida, brindándole apoyo y otras muchas cosas. Estos últimos días no
estaba nunca solo en casa. Su casa había sido "asaltada" por gentes
de diferentes razas y colores....hablas distintas...pero los mismos lenguajes:
apoyo y ayuda. No estaba solo. No se sentía solo en estos momentos de rabia e
impotencia. ¡¡¡¡¡Habían conseguido que su caso saliera en el telediario!!!! Le
vinieron a hacer una entrevista y él muy sereno había contestando a todas las preguntas.
Ese día, se había puesto la chaqueta que solo usaba para los entierros. La
tenía desde hacía muchos años guardada en el armario, colgada y tapada con una
toalla para que no cogiera olor a humedad. La última vez que la había puesto había
sido para el entierro de su amigo Robustiano. Y la había usado para la
entrevista de televisión. Sus vecinos le dijeron que había salido muy guapo y
que había respondido muy sereno a todo. El estaba orgulloso de su papel
desempeñado. Seguramente no había defraudado a esos jóvenes que estaban noche y
día con el, haciéndole compañía y peleando para que no le quitaran su casa, y
sus últimos años los pudiera pasar ahí...en su casa de toda la vida.
Ese día su casa
era un trajín de gente... entrando y saliendo...las cámaras de televisión...
los reporteros...el abogado de la asociación estaba nervioso y preocupado...y
toda esa gente joven a su alrededor...diciéndole que no estaría solo en ningún
momento, que no se preocupara que todo iba a salir bien. Antonio se sentó en el
sillón, con su chaqueta de los entierros, y su pelo engominado, no era cuestión
de salir en los periódicos desaliñando, uno aún tenía su orgullo ¡que caramba!
Una joven le ofreció un café, en un vaso de papel, a lo que Antonio respondió
con una sonrisa agradable y tierna. La joven se sentó a su lado y le dio la
mano. Antonio se sentía relajado y tranquilo. No estaba solo. Nunca había
estado tan acompañado...sentía la presencia de toda esa gente, preocupándose
por él, haciéndole compañía, apoyándole hasta el último momento. Apoyó la
cabeza en el sillón y por sus mejillas rodaron unas lágrimas de tristeza y angustia
pero a la vez de paz, mientras la joven seguía haciéndole caricias en la mano.
De pronto en la
calle se oyeron gritos. Los jóvenes comenzaron a chillar y a oponerse al
desahucio. La puerta de la casa se abrió de golpe y la gente que estaba dentro
sabía que todo había sido inútil.
La joven que
estaba con Antonio le soltó la mano y lo miró:
- Don Antonio,
tenemos que irnos....no conseguimos nuestro objetivo.
Pero Antonio ya no
estaba con ellos. El dolor lo había matado. Una muerte más, silenciosa…de esta
maldita crisis.
Hay
personas que nos hablan y ni las escuchamos... hay personas que nos hieren y no
dejan cicatriz... pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y
nos marcan para siempre (Cecilia Meireles)
El país se está desmoronando, en pocos años le han hundido, y todavía sigue haciendo aguas. Lo malo es que lo estamos pagando las clases sociales más débiles.
ResponderEliminarLa sombra del desahucio pende sobre cualquiera.
Desgraciadamente tu historia es vivida y tan real como que todos los días se presentan múltiples situaciones similares. Noticias que aquí apenas trascienden pero que fuera son bien conocidas.
ResponderEliminarNos tienen bien engañados.
Un saludo
Un mal endemico que se ha incrustado en nuestra sociedad como la polilla que lo corcome todo...Y ellos, los de los desahucios, ni tienen compasión ni miramientos. Como otra plaga de trajes negros y llenos los bolsillos. El rico gana en la pobreza y en la riqueza, El pobre malvivir en la riqueza y muerte en la pobreza.
ResponderEliminarUn besote preciosa.
La verdad es que es una situación cada dia más frecuente.
ResponderEliminarEn este caso, la verdad es que suena triste, es injusto que te quiten tu vida por además hacer un favor.
Estos casos, la verdad es que dan mucha pena, ver como te roban la vida por el cochino dinero.
Pero te diré que también está la otra parte.
Personas, familias que no pueden vivir su vida en su propia casa porque tienen otros vecinos arriba o al lado que les hacen la vida imposible, y en esos casos el desahucio parece que no llega nunca.
Un tema complicadillo el que nos recitas hoy.
Besos mediterráneos.
PD: me encanta venir a verte, y que sepas que ya estoy mejor.. que ya puedo oler y a pesar de seguir con muchos medicamentos voy cada dia respirando un poco más.
Más besitos.
Hola, amiga. Conmovedor y por desgracia realista relato que ojalá sirva para denunciar las bajezas de este horrible sistema económico.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Una historia muy cercana, los desahucios están a la orden del día, cerca de casa hemos tenido algunos a los que he ido a apoyar.
ResponderEliminarTu relato tiene un final terrible, un final que no debería ocurrir jamás bajo ningún concepto.
Un besote Midala :D
Preciosa historia, triste, pero real. Hoy la vida es asi, no podemos rechazar nada, y ayudar todo, ¿tu no sabes si mañana te tienen que ayudar a ti. Eso como todo el la vida, crees que todo esta mal, pero tu estas bien, no cometas ese error. Millll besos
ResponderEliminarHIstoria de desahucios. Muy humana. Aquí a cada rato lanzan a la gente a la calle con sus cutes, de manera indolente. La excusa, la ley es la ley por muy dura que sea. UN abrazo. carlos
ResponderEliminarMagistral relato, que describe perfectamente esta cruel situación...
ResponderEliminarMark de Zabaleta
Triste, pero real como lo que le está pasando a muchísima gente.
ResponderEliminarY lo peor es que a los poderosos le importamos un carajo, para ellos, cuantos menos seamos, mejor.
ResponderEliminarYa estoy de vueltaaaaa!!!!!
Besos milllll!!!!
Hací tiempo que no leia algo tan bueno
ResponderEliminarMuy buena tu historia. La vida es así, da y destruye con indiferencia, pareciera que se cumple lo de " a los siete años de abundancia le seguirán siete años de desgracia" El yin y el yan. Hay casos peores, los siete años de abundancia ni llegaron a seis, y ahora le suceden muchos años de desdicha, como pasa en Argentina.
ResponderEliminarUn abrazo
Que Buen relato, muy real, muy de actualidad en este mundo materialista. A veces no es bueno, mejor dicho nunca es bueno, comonse dice acá salir de garante en un préstamo, ademas los bancos te exorimen, ganan el 1000% con sus malditos intereses. Saludos y fue excelente e impecable tu post. Puertoarial.com
ResponderEliminarCruda y muy cercana.
ResponderEliminarDespierta esa emoción de lo cotidiano.
Slds
!!Hola,Midala!!
ResponderEliminarQ triste perder todo aquello por lo q has luchado con tanto ahincó,hasta la vida te quitan.Un relato maravilloso,triste y real,pero me ha emocionado.Muchísimos besitos,mi querida,midala.
Muy buen Relato, basado en un hecho Real que no puede dejar indiferente a nadie y resultado de un Sistema totalmente injusto y usurero.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces se pierden tantas cosas en el camino...
ResponderEliminarMi linda Midala, gracias mil por pasar a mi casita a pesar de mis ausencias, yo sé que entiendes a esta cubanita medio loquilla, yo sé que me entiendes.
Un abrazo muy grande, cuídate mucho.