Encendió un cigarro con sus manos temblorosas y dedos amarillentos, Su piel
estaba marchita y ajada, fruto de sus dos cajetillas y medias que se fumaba
cada día, su gran vicio... aspiraba el humo de cada pitillo como si fuera el
último que iba a fumar. Su barba blanca, tenía un cerco amarillo-ocre y su
aliento destilaba nicotina y alcohol. Pero como cada noche, estaba allí,
tocando el piano para deleite de su público. Veinticinco años llevaba tocando
en el mismo local, Armstrong, donde habían conseguido que se sintiera como en
su propia casa. A un lado del piano un cenicero y en el otro un gin tonic
de ginebra Tanqueray. Sus dedos comenzaron a recorrer el piano ágilmente y su
mente comenzaba a despejarse. Era como un chute de adrenalina que de pronto
hacia posible esa magia. Tocaba el piano y el mundo se paraba para
escucharlo. Se sumergía en el mundo de las notas y acordes. Sus manos
volaban...casi no tocaban las teclas, su espalda relajada pero firme y su
presencia, su sola presencia llenaba el escenario. Entre una obra y otra pegaba
unas caladas al pitillo y unos sorbos al gin tonic y volvía a reanudar sus
noches mágicas cargadas de emoción y placer, y la miró...como todas las
noches...la miró. A pesar de los años que ella llevaba allí trabajando a él le
seguía impactando su belleza...su talante serio y su aire misterioso
le embelesaba. Su pelo siempre recogido en un moño deshecho, aunque a primera
hora de la tarde estaba impoluto. A veces se apoyaba en la barra y
sencillamente lo escuchaba, era el pequeño placer diario. Escuchar las notas de
su piano que él sabía magistralmente hacer que fueran un deleite para cada una
de las personas que allí estaban. Comenzó a toca Deed I Do, de Blossom Dearie,
y le guiñó un ojo. Se levantó y fue a buscarla. Con una delicadeza inusual, le dio
el micrófono y al oído le susurró que cantara. Era su canción preferida. El se
la había oído cantar muchas veces mientras él tocaba. Hoy, quería que ella le
acompañara. Sus manos agarraron el micrófono de forma sensual y comenzó a
cantar. Los dos iban en sintonía y ella estaba disfrutando, sus miradas eran cómplices
y denotaban cercanía y placer. Placer de cantar juntos, placer de compartír.Sus
miradas se cruzaban y él movía lentamente su cabeza al ritmo de la canción. Se sentía
orgulloso de ese momento. Ella disfrutaba del momento, con movimientos
delicados y lentos, se movía al ritmo de la canción.
El público aplaudió reiteradamente, él se
levantó e hizo una reverencia ante ella. Era su canción, era su público, era su
momento. Ella dio las gracias ruborizada, agradeció los aplausos y a él lo beso
en la mejilla por la oportunidad que le había brindado. Se atusó el pelo y se
acercó a la barra. Cogió la bandeja y siguió con su tarea de atender las mesas.
Pero ella a partir de ese momento fue distinta. Ese misterio seguía habitando
en su ser, pero había una alegría oculta, una frescura que antes estaba
aparcada. Cada noche, esperaba ansiosa, a que él le ofreciera su mano y la
llevara de nuevo al lado de su piano, al lado de él, y entonar juntos, cómplices,
Deed I do. Sus miradas se encontrarían de nuevo y la pasión oculta y la
complicidad lograrían que esos momentos mágicos volvieran a llenar su corazón
de alegría.
Triste puedo estar solo, para alegre, necesito compañía. Elbert Hubbart
Cuánto para decir de sentimientos que se encuentran, en medio de dos pesares: él la caída en el alcohol, ella en el soslayo social. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarEfectivamente!!!y...como son Relatos Cortos...no pude extenderme más. Me hubiese encantado extenderme en los detalles!!!.Gracias por leerme y comentar. Cuídate mucho.
Eliminar¿Hay algo más precioso que el amor que nace de la música? Dos almas solitarias unidas por una misma canción, auténtico!! Si te has quedado corta, sería interesante hacer una segunda parte, creo que todos deseamos saber más sobre esa apasionada historia de amor, pero en vez de llamarla El pianista, que sea La camarera. Perdona si me meto donde no me llaman jeje pero ha sido leer el relato y dispararse mi imaginación!!
ResponderEliminarBravo!!!
Un beso!!
Tus deseos...ordenes!!!!la camarera!!!!!!Espero que te guste!!!!!
EliminarUn besitos!!!
Se nota pasión, en cada palabra... un saludo.
ResponderEliminarGracias!!!!Eso mismo esperaba!!!No daba "un duro" por ninguno de los dos relatos, ni El Pianista ni La Camarera. No por nada, sencillamente por el título que no llama. Después de tantos años voy "pillando" el tema. Depende del título..se lee o no se lee. Y...los mejores relatos son los que muchas veces pasan desapercibidos!!. Muchisimas grandes por leerme y pararte a comentar. Cuidate mucho!!
EliminarMe gustó cómo va el relato que al principio nos introduce al pianista y luego nos presenta a la talentosa camarera. En mi próxima visita leeré la continuación.
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