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sábado, 31 de marzo de 2012

Ventas de garaje



Aurelia, llevaba tiempo pensándolo. Recordaba que cuando fue de viaje a Méjico, la gente, sacaba a sus garajes las cosas que no utilizaba y las vendía, los vecinos se intercambiaban cosas y te ibas deshaciendo de lo que no te servía a ti...quizás a tu vecino le venía bien tu batidora y a ti su robot de cocina...Le pareció una idea fantástica y quiso imitarla. Fue pegando carteles por la calle, por su calle. Los hizo ella en el ordenador y los imprimió, nada, 30 cartelitos solamente para que la gente se enterara y lo público en un periódico de tirada local, que le salió absolutamente gratis.

Fue metiendo en cajas las cosas que realmente no utilizaba, tenía edredones de cuándo los niños eran pequeños...ropitas de bebe...el cochecito guardado lo desempolvó y lo limpio, también lo pondría a la venta, y las mantas que ya no utilizaba, también las pondría...y aquellos zapatos de tacón imposibles de poner...y aquellos bolsos pasados de moda que guardaba como recuerdo de una época...las batas de casa de las niñas...los albornoces de los niños...todo eso estaba metido en cajas y no les servían, los guardaba porque le daba pena deshacerse de ellos, y como decía su padre,! tenía la casa llena de penas! no lo doy porque me da pena...esto tampoco porque me da pena...eran todas penas guardadas en cajones y cajas de cartón. Había llegado el día en que vendería todo y a ver como resultaba esa iniciativa nueva aquí en su ciudad y en su país.

Llegado el día muy ilusionada, empezó a primera hora de la mañana a poner todo en el jardín de su casa. Cada cosa tenía su precio y todo estaba lavado y doblado. En un lado puso los utensilios de cocina, en otro adornos de la casa, en otro ropa de cama y toallas y por último ropa de sus hijos-as y de ellos mismos. Le quedó un puesto muy bonito, todo colocado por orden y con sus precios encima. Estaba contenta de su nueva iniciativa y ahora solo le quedaba esperar a ver la reacción de la gente.

No se hizo esperar mucho la reacción del vecindario. Pronto empezaron a llegar parejas, jóvenes y mayores, con niños y sin ellos. Miraban sus cosas y hacían sus cálculos. Y pronto comenzaron las conversaciones. La idea les había parecido fenomenal a todo el mundo, venían hasta de barrios distintos al suyo y de bastante lejos. La mayoría de la gente estaba encantada con su iniciativa. Además la ropa estaba casi nueva y el precio era económico.

- Porqué.... ¿sabe usted? la vida está muy achuchada y hay que vestir a los niños...y darles de comer. El paro no llega a nada y el hambre no pregunta si hay dinero y los niños crecen y tampoco saben de dinero para poder vestirse

 Aurelia, quería hablar con la gente que le venía a comprar. Al final ya era curiosidad por saber si realmente la gente que acudía estaba en el paro. Y llegó a la conclusión de que había más parados de los que ella podía imaginarse...se sentía mal por su iniciativa...por querer vender sus cosas...cuando realmente lo que a esa gente le hacía falta es que se lo dieran. Con 400 miserables euros tenían que vivir y a ella, esas cosas le sobraban, eran sus penas guardadas en el armario.

Comenzó a quitar los carteles con el precio. Le daba hasta vergüenza pensar en que en algún momento había pensado en venderlo. Aurelia, regaló todo y comenzó una nueva andadura por el barrio: motivar a la gente a que regala sus cosas, a que las donará... no quedarse con sus penas en casa...a otras personas podían solucionarle mucho. Fue una buena iniciativa. Aurelia aprendió a  abrir su corazón y a la vez, enseño a sus vecinas a abrirlo, a ayudar a los demás.

 Buscando el bien de nuestros semejantes encontraremos el nuestro. Platón


13 comentarios:

  1. caramba tienes razon las cajasde penas pueden hacer felices a mucha gente. mil besos

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  2. Esas penas almacenadas se convirtieron en alegrías de solidaridad.
    Precioso Relato, Midala.

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  3. Buenísima idea y gran corazón el tuyo, Midalita. Lo de Aurelia es para enmarcarlo pero no creo que haya muchas porque desconfío de la bondad de la gente en general. Domina siempre más la codicia que el pensar en el bien del prójimo.

    Ojalá la sociedad fuera así, como Aurelia y sus "cajas de penas".

    Te felicito.

    Un millón de besos que no te he dado en mi contestación de mi blog por estar abstraído en lo que trataba de explicarte.

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  4. Esas cajas de penas, esas cajas de recuerdos inútiles que tanta falta hacen a otros en una situación tan terrible como esta. Ojalá todos siguiésemos ese ejemplo.
    Saludos.

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  5. Hermoso ejemplo de Aurelia; ojala pronto empiecen las personas a seguirlo. Si uno se pone a pensar en todas las cosas que están en su vida y no tienen uso, realmente da vergüenza todo lo que se tiene ociosamente.

    un fuerte abrazo; y ojala pronto también compartamos lo que no nos sobra.

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  6. Midala, son materialismos absurdos, cogemos cariño a objetos y además usamos la frase "valor sentimental" como si deverdad fuese un valor. En mi familia, los niños van muy seguidos, aprovechamos toda la ropa posible (alguna queda destrozada, claro), y luego si queda algo, lo recogen de vez en cuando, no lo pueden poner más fácil, la ropa es cara y la vida está muy... jodida, paso de suavizarlo, y perdón por la expresión.
    Un abrazo.

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  7. Pocas Aurelias, por no decir ninguna, he visto en mi vida.
    Aurelios tampoco.

    Codiciosos a montones.

    Besos.

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  8. Qué felicidad poder ayudar a los demás desinteresadamente. Quiero creer que hay muchas personas así.

    Lo que siembras recoges.

    Besotesss!!!

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  9. Moraleja de Aurelia:
    "Dad y recibiréis"
    "Quien siembra virtud, cosecha dichas"
    "Quien se desprende a tiempo de lo superfluo alcanza compensación de lo necesario"
    ¡Que cunda el ejemplo de 'las aurelias'!
    Un abrazo, Midala

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  10. Y lo gratificante que es regalar...mucha solidaridad nos va a hacer falta con los tiempos que corren.
    Un beso

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  11. Esta vez espero que me digas que SÍ está basado en hechos reales...!

    Un beso y feliz domingo!

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  12. Oh mi niña...
    La verdad es que este relato me parece muy bonito.
    Una iniciativa genial, y muy humana, lo que pasa es que a mi me da que luego siempre se acoplarian los listos de turno, que en estas cosas ya sabes que siempre pagan justos por pecadores y siempre los hay de aprovechados.

    Si la gente fuera con la verdad en los ojos, todos nos ayudaríamos y la vida seria un poquito más hermosa y justa.

    En cualquier caso, me gustó el relato, ella aprendió que siempre hay gente más necesitada de uno, y a la que se le puede ayudar.

    Besitos mediterráneos.

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  13. Suelo tener lo mínimo, porque todo me sobra.
    Y nos sobran tantas cosas, y hay tanta gente necesitada de ellas...

    Besos, Midala.

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